Chicago (IL), 20 ago (EFEUSA).- A lo largo de dos décadas Greg Zanis ha construido unas 27.000 cruces de madera en honor a las víctimas de tiroteos en EE.UU., aunque también a quienes mueren de manera violenta en Canadá y México, las cuales ha entregado en persona a los familiares.
Con todas las millas recorridas durante 20 años en los tres países ya ha hecho «un viaje de ida y vuelta a la Luna», según declaró a Efe en entrevista telefónica desde su casa en la ciudad de Aurora (Illinois) este carpintero retirado desde 2016.
Incluidos están en su cruzada los familiares de las víctimas asesinadas en los últimos tiroteos de EE.UU., registrados este mes en menos de 24 horas en El Paso (Texas) y Dayton (Ohio), donde más de 30 personas murieron y otras decenas resultaron heridas.
Zanis hace siempre los recorridos por carretera, al volante de una camioneta donde carga las cruces. Hasta El Paso fueron cerca de 1.500 millas (unos 2.400 kilómetros) desde Aurora, y luego otras 1.600 (2.500 kilómetros) a Dayton, para regresar a Illinois casi sin descanso.
«Mis cuatro camionetas han acumulado 550.000 millas (unos 885.000 kilómetros) cada una», aseguró Zanis, quien no se considera una persona religiosa o un activista en contra de la posesión de armas.
«Lo hago solamente porque quiero que las personas sean recordadas», agregó el maestro carpintero, hijo de padre griego y madre española.
Zanis, de 68 años, fundó «Crosses for Losses» (cruces por pérdidas) en Aurora en 1997, con la misión de ofrecer gratuitamente las cruces a las familias de las víctimas, así como de levantar monumentos de recuerdo en los lugares donde ocurren tiroteos o desastres.
«Solamente voy a donde me llaman, no miro televisión o me dejo influir por las noticias», señaló.
En el caso de El Paso emprendió el viaje a Texas después de haber recibido llamados de 12 familiares de víctimas que requerían sus servicios, y una vez allí tuvo que improvisar al agregarse la matanza de Dayton.
«Esa fue la semana más dura de mi vida», dijo el incansable Zanis, quien desde 1996, cuando su suegro fue asesinado a tiros durante un robo, registra en una libreta de color naranja que siempre lleva consigo la entrega en total de 26.921 cruces.
De esa cifra, 21.000 corresponden a víctimas de tiroteos, pero también sus cruces blancas han sido vistas en ciudades destruidas por tornados e incendios, en accidentes carreteros, marítimos o aéreos.
En México han sido 700 cruces, y otros centenares más en Canadá, dijo Zanis, quien no descuida los detalles y en sus cruces refleja la religión de las víctimas, sean cristianas, judías o musulmanas, además de cintas para los budistas o ateos.
Después del monumento en Aurora en homenaje a su suegro, al que se agregó un niño hispano de 6 años, víctima de una bala perdida disparada por pandilleros en la misma ciudad, Zanis fundó «Crosses for Losses» en Chicago.
«Siempre supe que Chicago necesitaba ayuda», dijo respecto a la que es una de las ciudades más violentas de EE.UU. y en la que conserva en un terreno de su propiedad un monumento permanente, que este año ya suma 314 cruces, reflejo de los asesinatos cometidos con armas de fuego.
El primer proyecto que le dio notoriedad a nivel nacional fue en 1999, al instalar cruces en una escuela secundaria de Columbine (Colorado), donde 12 estudiantes y un profesor fueron asesinados en un tiroteo.
Su libreta incluye monumentos en honor a los 17 estudiantes asesinados en la secundaria de Parkland (Florida), en febrero del año pasado; así como para la decena de abatidos en una escuela de Santa Fe (Texas), en mayo pasado; y los once muertos en octubre de 2018 en la sinagoga Tree of Life o L’Simcha de Pittsburg (Pensilvania).
«A este país le falta realmente amor», declaró Zanis, quien también estuvo en Las Vegas (Nevada), después del tiroteo de 2017 que dejó 58 muertos, y en 2016 construyó cruces para las 49 víctimas del club nocturno de ambiente gay Pulse de Orlando (Florida), en su mayoría puertorriqueños.
A juicio de este hombre, que el año pasado perdió a una hija a causa de una sobredosis de drogas, EE.UU. se ha olvidado de Dios, en especial desde que el Tribunal Supremo decidió en 1962 abolir las oraciones religiosas en las escuelas.
«¿Por qué esperamos la ayuda de Dios?», se preguntó Zanis, convencido de que ninguno de los autores de las matanzas en EE.UU., convertidas hoy por hoy en «una plaga», «puede ser una persona que profese algún tipo de fe».