México, 25 ago (EFE).- La Ciudad de México dormía cuando 25.000 corredores se apoderaron se las calles para competir este domingo en el Maratón. Ya en el metro de la urbe se respiró la alegría que contagió a curiosos sorprendidos de ver a los corredores que le dieron un rostro humano al recorrido de 42 kilómetros con 195 metros desde Ciudad Universitaria, al sur de la urbe, hasta el Zócalo.
Aunque la competencia se la llevaron los kenianos Vivian Kiplagat, con nueva plusmarca, y Duncan Maio, en una carrera lenta, otros fueron igual triunfadores como los competidores de la categoría veteranos plus quienes compitieron no solo por mejorar sus tiempos, sino para ser un ejemplo para las nuevas generaciones.
Escondido en un mar de júbilo caminó después de la carrera Martín Mondragón, aquel hombre de piel cobriza y pelo cano, que en 1995 se convirtió en el primer mexicano en ganar el maratón de Boston, en la categoría máster. Vestido de negro, con calcetas verdes y número 75 se apareció como un burlón de la edad a sus casi 66 años.
Aunque tuvo que retirarse en el kilómetro 25 por una molestia, en su rostro marcado por los años se notó satisfacción. «El maratón Ciudad de México es duro, pero uno se prepara para este tipo de eventos. Cuando sentí la molestia supe que era momento de parar para no terminar lesionado», dijo a Efe.
Su ojos sacaban chispas no solo al recordar los triunfos que tuvo fuera del país, sino al imaginar que los jóvenes mexicanos deberían marcarse metas más altas en el deporte porque de acuerdo con él actualmente el nivel está bajo.
Se trata del campeón del maratón de Los Ángeles de 1988, año en el que compitió en los Olímpicos de Seúl, de un hombre que empezó en el atletismo después de los 30 años y en una carrera de Estados Unidos se dio el lujo de ser recibido por el presidente Bill Clinton, con quien corrió cinco kilómetros en un parque.
Más competidores mayores de las 60 años fueron esta mañana a probarse no solo física sino mentalmente. Aquellos hombres experimentados compartieron la misma idea que el corredor olímpico.
«Nosotros como este (Martín) Mondragón debemos ser un ejemplo para la juventud. La juventud está corrompida, hay mucha drogadicción, México no era así», contó Amando Rodríguez.
El oaxaqueño de 63 años de edad logró el sueño de los corredores no profesionales, clasificarse al maratón de Boston al quedar quinto en su categoría. Llevaba años preparándose y se emocionaba al comentar que a lo largo de su carrera deportiva ha dado batalla a corredores olímpicos como Mondragón o Martín Pitayo, el campeón del maratón de Chicago 1990.
Otras causas también se encontraron en la pista de carreras. A lo largo del recorrido se vieron corredores con camisetas donde se leía «Running for Ayotzinapa» que se ganaron el apoyo de los espectadores quienes les gritaron con voz desgarrada «Ayotzinapa vive».
El grupo de 12 hombres de distintas edades, vestidos de verde corrieron para protestar de forma pacífica para que sea esclarecido el caso de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Iguala, Guerrero, en septiembre de 2014.
«Nuestro amigo José Antonio Tizapa es padre de Antonio Tizapa uno de los 43 normalistas desaparecidos. Él inició con la protesta. Aquí en México somos alrededor de 25 o 30 compañeros, en Nueva York también hay un grupo 50 y estamos en otros países», relató Marco Antonio Casimiro, de rostro duro.
Estos temerarios corredores recorren las calles de las grandes urbes del mundo durante los maratones para hacer llegar un mensaje a las autoridades: «justicia».
De acuerdo con Casimiro, de 32 años, es la mejor manera de protestar, «promoviendo el deporte».