México, 4 jul (EFE).- La Unión Europea (UE) ratificó este jueves su apoyo a México en la tarea de frenar el flujo migratorio procedente de Centroamérica ayudando en el desarrollo de estos países con un aporte inicial de 7 millones de euros (unos 7,8 millones de dólares).
Para ratificar el acuerdo, el subsecretario para América Latina y El Caribe, Maximiliano Reyes, y el embajador de la UE en México, Klaus Rudischhauser, realizaron un acto conjunto en la sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México.
«Estamos recibiendo el apoyo de la UE y enfocando nuestros esfuerzos en torno al desarrollo económico, bienestar social, sostenibilidad ambiental y la gestión integral del ciclo migratorio», señaló Reyes durante el mensaje a medios.
Todo ello como parte del Plan de Desarrollo Integral de El Salvador, Guatemala, Honduras y México.
Señaló que esta firma «formaliza el aporte de la Unión Europea al plan», lo cual tiene «un alto valor» para México en su empresa por detener el éxodo de migrantes mediante el desarrollo de los países de la región.
Además del apoyo de la UE, el plan de desarrollo cuenta también con el respaldo de Naciones Unidas, del Sistema de Integración Centroamericana, la Secretaría General Iberoamericana y de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Rudischhauser expuso durante su intervención que la UE se siente muy involucrada con los países centroamericanos.
«Compartimos totalmente los objetivos de este plan de mejorar la situación de las poblaciones, mejorar la integración regional, es algo que para nosotros es muy importante», aseguró.
Asimismo, precisó que los 7 millones de euros que destinarán son «un primer esfuerzo» y que esperan involucrarse más en los próximos meses.
«Por eso necesitamos trabajar todos juntos, necesitamos trabajar con todos nuestros colegas de la Unión Europea», añadió.
Posterior al acto diplomático, el embajador tuvo un pequeño encuentro con los medios en los que destacó los problemas de la región, como la violencia o el cambio climático, responsables de una «migración forzada».
La idea de la UE, según dijo, es «poder definir qué cosas se pueden hacer para mejorar los resultados» y las condiciones de vida de Centroamérica.
Y así poder lograr que la migración sea algo opcional, de decisión individual, y no una necesidad.
A ojos de Rudischhauser, la migración es un problema global, independientemente de que en algunas regiones se experimente con mayor intensidad.
Para México, esto se ha convertido en un tema prioritario en los últimos meses.
A finales de mayo, el presidente de EE.UU., Donald Trump, amenazó con imponer aranceles a los productos mexicanos si no se frenaba el flujo migratorio.
Tras alcanzar un acuerdo a inicios de junio, México se comprometió a disminuir el flujo y trazó sus dos líneas de acción: un amplio refuerzo de la seguridad -con más de 20.000 agentes- y los controles migratorios de sus fronteras y el desarrollo de Centroamérica para atajar las causas de la migración.
En países como Guatemala, Honduras y El Salvador, cuyos habitantes llegan en caravana a México para alcanzar Estados Unidos desde octubre del año pasado, la violencia y la pobreza se han recrudecido por efecto de la crisis climática, económica y, en algunos países, política.
Según datos del Gobierno mexicano, en los últimos meses el flujo de indocumentados se incrementó un 300 %.
Los resultados del plan mexicano para contentar al Gobierno estadounidense y desplazar la amenaza de una posible guerra comercial ya se empiezan a notar en las deportaciones.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Migración (Inami), en junio -cuando se intensificaron las acciones contra la migración- las deportaciones se incrementaron un 32,7 % respecto al mes de mayo.
Se pasó de 16.507 a 21.912 extranjeros devueltos por las autoridades a sus países de origen.
Con respecto al año pasado -cuando todavía estaba en el Gobierno Enrique Peña Nieto (2012-2018)-, el número de deportaciones en México prácticamente se triplicó en junio al pasar de 7.752 a 21.912, según los datos del instituto.