Lima, 6 jul (EFE).- La XIV Cumbre de la Alianza del Pacífico, un encuentro con cuatro presidentes, decenas de ministros e innumerables funcionarios de Chile, Colombia, México y Perú, tuvo en su día final un sabor a «anticlimax», con todas las decisiones ya tomadas y aire más de formalismo que de contenido político.
Consenso generalizado, poca o ninguna oposición respecto a los temas a tratar y profundizar a futuro por parte de la asociación y un patente sentimiento de amistad y camaradería entre todos los protagonistas, dejaron tan solo para la duda la letra pequeña de los acuerdos que se firmarán protocolariamente a lo largo de la jornada.
Tal es así que la agenda oficial del evento fue menguando a lo largo de los días hasta quedar limitada a una mañana de breves encuentros bilaterales, reuniones aun más breves con empresarios, oportunidades para la prensa gráfica y una sesión plenaria que reunirá a los socios, sus invitados y los países observadores de hora y media.
Simbólicamente, y no en vano Lima es la capital gastronómica de América Latina, el almuerzo presidencial que cierra la reunión ocupa un espacio mayor en la agenda que la sesión plenaria.
El caso es que todo el contenido del encuentro, que no fue poco en este dinámico y activo bloque comercial, se dio y se avanzó a velocidad de crucero durante toda la semana.
Desde el lunes, funcionarios de cancillerías, ministerios de comercio y finanzas y gabinetes presidenciales trabajaron fuera de foco con intensidad y constataron la sintonía generalizada en los temas.
Ciertamente, como indicaron a Efe fuentes de la cancillería peruana, «hubo pocos paréntesis» en los documentos que fueron escalando peldaños en la burocracia de los países miembros y dejaron pocos temas para discutir a los presidentes.
La actividad mediática y política, y que reveló también el no tan secreto motivo del éxito de la Alianza del Pacífico como mecanismo de integración comercial, fue la Cumbre Empresarial del bloque que durante dos días sentó las bases y debatió las medidas que impulsarán a la asociación en el futuro.
Temas ambientales, sociales, culturales, tecnológicos y de innovación quedaron subrayados como los desafíos inmediatos para su futuro, así como la necesidad de impulsar mas su integración financiera y regulatoria.
Allí también pudo verse en acción a los presidentes Martín Vizcarra, Sebastián Piñera, Iván Duque; y al canciller mexicano Marcelo Ebrard, quienes departieron en un foro, y compartieron chanzas y veras ante la elite empresarial de la región.
El tono amical, las bromas sobre fútbol – inevitables dado el contexto de la Copa América – y la evidente comodidad y sintonía entre ellos en cuanto a políticas propuestas y aceptadas por la Alianza, hablaban por sí solas y reflejaban el poco trabajo que restaba por hacer.
La plácida jornada de cierre, reducida a actividades en el imponente hotel limeño que acoge las reuniones en el corazón financiero de la ciudad, cercado por las fuerzas de seguridad y con brigada «antidrones» incluida, apenas dejó espacio para la sorpresa.
Tan solo un pequeño grupo de seguidores de la líder opositora peruana Keiko Fujimori, en prisión preventiva acusada de lavado de activos, quebró la monotonía con sus intentos de llamar la atención de la prensa y los funcionarios congregados en el lugar.
Rápida y pulcramente fueron expulsados de la zona y se perdieron en una ciudad que, por otra parte, apenas ha prestado atención a los desarrollos en torno a la Alianza del Pacífico de esta semana, obsesionada como está con la final de la Copa América que Perú disputará ante Brasil el domingo en Río de Janeiro.
Álvaro Mellizo