México, 10 jul (EFE).- Desde hace 14 años, Andrés recibía ininterrumpidamente sus medicamentos contra el VIH. Pero hace un mes, «por primera vez, y en dos ocasiones, me dicen que no tienen Atripla, el medicamento que tomo», cuenta el paciente, temeroso del plan de austeridad del Gobierno de México.
Andrés, como miles de seropositivos -personas que portan el virus del VIH pero aún no han desarrollado Sida-, es víctima del desabastecimiento de medicamentos que actualmente existe en México para los pacientes que viven con esta condición.
Hoy, asegura el hombre, los pacientes viven en la incertidumbre al no saber cuándo podrán tener acceso a sus medicamentos, los cuales llegan a tener un precio de farmacia de entre 15.000 pesos y 40.000 pesos (779 y 2.078 dólares).
Y es que, afirma, el VIH no da margen de error pues sin sus fármacos los pacientes están desprotegidos. «No tomarlos un día, puede generar resistencia del virus en el organismo», cuenta a Efe.
El desabastecimiento de medicamentos ha sido un tema constante desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de México, quien ha promovido recortes económicos que han impactado en el sistema de salud.
No solo en fármacos, sino también en material médico, e incluso ha habido despidos de profesionales de la salud.
En mayo pasado, incluso, esta problemática provocó la renuncia del director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Germán Martínez, quien señaló «injerencia perniciosa» de la Secretaría de Hacienda en el organismo.
López Obrador atribuye la actual situación a un cambio en el modelo de compras de medicamentos que pretende evitar sobrecostos y un sistema de compras que beneficiaba a muy pocas farmacéuticas.
Pese a ello, Luis Adrián Quiroz, coordinador de la organización Derechohabientes viviendo con VIH/Sida del Instituto Mexicano del Seguro Social (DVVIMSS), denuncia que pese a que las autoridades de salud mexicanas han negado el desabasto, «pero este existe y se ha agudizado».
El problema, asegura, se ha extendido a varias enfermedades como el cáncer.
«Hay quienes no han recibido sus quimioterapias porque no hay», afirma el también defensor de derechos humanos.
El problema, dice Quiroz, es que en instituciones como el ISSSTE, dependencia que atiende a los trabajadores del gobierno, los pacientes no han querido denunciar estas carencias por miedo a las represalias que puedan sufrir.
«Las personas que son atendidas en el ISSSTE tienen temor a quejarse por el tema de despidos, se sienten amenazados, pero al mismo tiempo con mucho temor porque saben que su vida está en riesgo», asegura.
Luis Adrián dice que esto pone en riesgo el tratamiento de los pacientes, ya que los medicamentos sirven para tener el control del virus en el organismo, pero para ello se requiere que exista una adherencia óptima, lo cual significa que tiene que superar el 95 % de las tomas mensuales.
«Si a una persona ya no se le sumistra el medicamento y lo deja de tomar un día, solo un día, el virus comienza a generar resistencia y luego ese mismo fármaco puede perder su eficacia», admite.
Andrés tuvo que buscar otra opción para su tratamiento, pero tuvo que sortear varias instancias hospitalarias como la coordinación de medicina interna, la de farmacia y el propio médico tratante para que, de manera sustituta y emergente, le recetaran un par de medicamentos.
«Ahora me dieron una receta para Efavirenz y otra para Truvada, pero tenemos que ver cómo responderá mi organismo, pero si requiero volver a Atripla, quizás el organismo ya generó resistencia», afirma.
Ante esta situación, hace un par de meses un grupo de organizaciones se unieron para crear una iniciativa que no solo busca denunciar el desabasto, sino apoyar a los pacientes que lo padecen.
«La salud es un derecho humano y aquí se está violando ese derecho. Hemos mandado una carta a las autoridades de salud, pero afirman que no existe desabasto, que no hay problema», asegura Quiroz.
Además, los pacientes que sufren este desabastecimiento no saben a dónde ir ni a quien recurrir y, la mayoría, no tienen la información adecuada para exigir sus derechos en tiempo y forma.
«Muchos tienen una reserva de fármacos, pero solo pensamos ‘¿qué pasará cuando se acabe?’. Tenemos miedo», aseveró Andrés.
La principal preocupación, ahora, es que las autoridades de salud no tienen una respuesta clara sobre cómo se va a regularizar el abasto de medicamentos, tal y como ha prometido López Obrador.
«Nosotros como pacientes y asociación nos sumamos al combate a la corrupción, pero tienen que entender que no podemos vivir sin medicamentos. Queremos saber qué postura tendrán, cuál será el proceso de compra. Queremos que nos comuniquen», finaliza Quiroz.