Miami, 17 jul (EFEUSA).- ¿Qué pasaría si llegase a la Presidencia de un país latinoamericano un hombre incorruptible? Esa es la premisa de la que parte la serie de Telemundo «Preso No.1» y que se centra en un campesino convertido en el mandatario de México y se enfrenta a los poderosos que lo llevaron al poder.
Así explicaron a Efe los actores Erik Hayser, Arturo Peniche y Alejandra Ambrosi, protagonistas de esta serie que se estrenará en el país el 30 de julio y quienes, junto al productor general Marcos Santana, resaltaron la necesidad hoy en día de «figuras heroicas» en la televisión.
«Creo que en nuestros tiempos lo que necesitamos ver en nuestra realidad es una figura heroica como el protagonista», precisó Hayser, quien ve en la trama de la serie producida por Telemundo Global Studios «una historia necesaria» para los tiempos que corren.
«Tiene que haber un despertar social, tienen que haber mandatarios que de verdad quieran lo mejor para sus países», ahondó el actor mexicano.
Hayser interpreta a Carmelo Alvarado, un hombre que llega casi sin querer a la Presidencia de México y tras negarse a responder a los grupos de poder que financiaron su campaña, éstos fabrican un escándalo de masiva corrupción y fraude que lo manda a la cárcel.
Su principal aliada es su exesposa, la periodista Carolina Arteaga, interpretada por Ambrosi y quien ve en Carmelo y Carolina «gente inquebrantable que tanto hace falta».
Los actores mexicanos aseguran que «Preso No.1» es una historia «optimista», con un toque de idealismo, aun cuando su protagonista es llevado a la cárcel de manera injusta.
«No estamos lejos de la realidad, no estamos lejos de personas como Carmelo Alvarado o reporteros como Carolina Arteaga que arriesguen el todo por el todo para lograr un mejor país», señaló a su turno Peniche, quien encarna a Pedro Islas, un empresario con vínculos con el narcotráfico y líder de la campaña contra Alvarado.
«Mi personaje es muy individual, no tiene escrúpulos», reconoce Peniche, recordado por sus roles protagónicos en telenovelas de la década de los 90 y quien además, según cuenta, como ávido practicante de un deporte extremo conoce bien la parte más rural de México. «He visto más que pobreza, he visto hambre», afirma.
«Preso No.1» sigue la estela de otras series latinoamericanas asentadas en el thriller político, como de algún modo son las exitosas «El señor de los cielos» y «La reina del sur». De hecho, en Estados Unidos la producción sustituirá en la parrilla nocturna a «La reina del sur 2».
El venezolano Santana es el máximo directivo de este proyecto llevado a cabo en colaboración con la productora israelí Keshet Media Group, responsables de la serie que inspiró a la estadounidense «Homeland».
«La producción es de primer nivel y el tema muy vigente en cualquier parte del mundo, incluyendo Estados Unidos», dijo a Efe Santana, presidente de Telemundo Global Studios, y quien confesó que cuando Keshet les presentó la idea les pareció «maravillosa».
La historia, escrita por Luis Felipe Ybarra, muestra los inicios de los protagonistas con el activismo político a partir de la Revolución Zapatista de 1994, en el estado mexicano de Chiapas, y desarrolla la acción en diferentes partes de México y Estados Unidos.
Santana rechaza que las historias que tienen el mundo del narcotráfico como trasfondo estén agotadas, y ahí está el caso de «Narcos» de Netflix como ejemplo, pero sí reconoció que «ha llegado la hora de ampliar los géneros en la televisión hispana».
Los actores celebran por su parte que esta producción, que no elude una vistosa técnica cinematográfica y una trama con saltos en el tiempo, esté anclada en un universo en el que «quieres al bueno y odias al malo».
«Como debe ser», afirmó Peniche.
«Aquí se cambia el paradigma», explica por su lado Hayser, tras afirmar que últimamente se han visto «proyectos en pantalla en los que predominan los antagonistas» y el público, quizás, ha estado «persuadido a seguir a estos antagonistas porque eso es parte de la realidad».
«No es una serie inocente donde se cree que las cosas van a cambiar de la noche a la mañana, pero sí queremos iluminar e inspirar», destacó Ambrosio, que espera que la producción pueda ser «una luz» hacia «ese sueño de que haya más justicia y que la diferencia de clases no sea tan grande».
«Llega como anillo al dedo», opinó.