México, 18 jul (EFE).- Como los escritores de ficción que observan un retrato y a partir de él escriben un cuento, la saltadora mexicana Paola Espinosa se basa la imagen del Centro Acuático Videna de Lima para visualizar sus milagros en los próximos Juegos Panamericanos.
«Vi fotos de la alberca y ya empiezo a pensar, a imaginar. Me siento bien física y mentalmente; estoy ansiosa por llegar a Lima y allí dar lo mejor de mí», aseguró en entrevista a Efe Espinosa, cabeza de la delegación mexicana en la justa continental.
Se trata de la deportista más triunfadora entre los 542 mexicanos que competirán en Lima con el propósito de conquistar más de 23 medallas de oro y superar su mejor actuación en certámenes continentales no celebrados en su casa.
Suma dos medallas olímpicas en saltos sincronizados desde la plataforma, bronce en Pekín 2008 y plata en Londres 2012, y ganó el título de la plataforma en los Mundiales de Roma 2009. Sin embargo, han sido los Panamericanos su competencia más milagrosa, en la que suma ocho medallas de oro, tres de plata y dos de bronce, la mejor actuación de un mexicano en esa cita.
Acepta hablar de su historia en los Juegos del continente y sus ojos adoptan un tono claro cuando mira atrás y revive sus proezas en Santo Domingo, Río de Janeiro, Guadalajara y Toronto.
Paola era una niña de 16 años cuando se apareció en la capital dominicana. Le dolió que el entrenador Francisco Rueda la quitase de la prueba individual de trampolín de tres metros para poner a Laura Sánchez, quien después fue esposa del técnico, y solo compitió en pruebas sincronizadas, en las que ganó plata en trampolín y en plataforma.
«Saltamos en una alberca al aire libre, fueron mis primeros Panamericanos, una buena competencia», recordó.
Cuatro años después, la clavadista fue como la garota de Ipanema de la que habla la canción local y barrió en la competición de saltos en los Panamericanos de Brasil.
«La instalación estaba bonita, pero hubo frío, llovió y no había agua caliente ni jacuzzi. Regresé luego de que no me había ido bien en los Centroamericanos y del Caribe del año anterior. Gané oro en trampolín y plataforma individuales y en sincronizados de tres metros, además de plata en sincronizados de 10», enumeró.
En el 2015 Paola volvió a ser la reina de los clavados en los Juegos, en una alberca enorme y bonita y en la que fue hermoso sentir el cariño de los mexicanos.
«Mi familia vino a verme y eso me inspiró», comentó al referirse a sus preseas de oro en plataforma individual y por parejas y en trampolín sincronizado.
En Toronto, Paola se convirtió en la primera mujer en ganar tres oros seguidos en plataforma en Juegos Panamericanos y además venció en trampolín de tres metros junto a su amiga Dolores Hernández.
«Esa de sincronizados es una de mis medallas más queridas, iba a ser difícil derrotar a las canadienses Jennifer Abel y Pamela Ware. Tiramos el último clavado y nos fuimos al jacuzzi. Al ver la pizarra con el resultado final nos emocionamos y no sabía si darle un beso a mi compañera porque estaban las cámaras. ‘Felicidades, Loli’, fue lo que le dije».
Ahora Paola será la cabeza de la delegación mexicana en Lima y dice estar orgullosa de sus logros, aunque le cuesta aceptar que la nombren como líder de la delegación mexicana en los Juegos.
«Llego plena, soy mamá y competiré bien preparada, con la mente en una buena actuación», aseguró.
Mientras tanto, cuando está sola, Paola suele mirar la foto de Lima y se entusiasma porque tal vez en unos días pueda sumar más milagros a los ya hizo en Juegos Panamericanos.