México, 19 jul (EFE).- El mandatario de México, Andrés Manuel López Obrador, ha fallado a su venerado expresidente Benito Juárez con la puesta en circulación por evangélicos de la Cartilla Moral, un documento impulsado por el actual presidente para reflexionar sobre principios y valores, explicaron este viernes a Efe expertos.
Desde el pasado fin de semana, los templos afiliados a la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas comenzaron a repartir unos 10.000 ejemplares de la Cartilla Moral, algo que no fue bien visto por la Iglesia católica.
Juárez, quien promovió la separación del Estado y la Iglesia en el siglo XIX, es un referente para López Obrador, lo cita prácticamente a diario y siempre lo ha considerado como el mejor presidente de México en toda su historia.
«Un indígena zapoteco que es ejemplo a seguir por su rectitud, su perseverancia, su patriotismo», dijo López Obrador este jueves desde Palacio Nacional, poco antes de conmemorar su 147 aniversario luctuoso.
Mandatario mexicano en varias ocasiones entre 1858 y 1872, Juárez promulgó las denominadas Leyes de Reforma, un conjunto de decretos emitidos entre 1859 y 1863 que tuvieron como objetivo consumar el proceso de separación de la Iglesia y el Estado.
«López Obrador tiene muy claro que la laicidad es la libertad de creencias y que el Gobierno no debe inclinarse por ninguna iglesia. Sin embargo, ha guardado silencio sobre la separación histórica entre el Estado y la iglesia», dijo en entrevista con Efe Bernardo Barranco, experto en Sociología de Catolicismo Contemporáneo por la Escuela de Altos Estudios Sociales de París.
Con dichas leyes, entre otras cosas, se desamortizaron lo bienes de la Iglesia, se estableció el matrimonio como un contrato civil y el registro de las personas quedó en manos del Gobierno y no de las iglesias.
Además, se prohibió la asistencia oficial a actos religiosos y la religión católica dejó de ser la única permitida.
«Con estos ideales liberales, Juárez tuvo una visión muy moderna que, lamentablemente, está siendo silenciada por el presidente», lamentó Barranco, que recordó que estas acciones fueron pilares para «toda la construcción de la laicidad en el Estado mexicano».
Además, dijo, no es capricho de los mexicanos que haya «cierta severidad» en la separación iglesia-Estado, «es fruto de un largo, tortuoso y sangriento proceso de diferenciación institucional, sobre todo entre la iglesia católica y el Estado moderno mexicano».
Roberto Blancarte, investigador del grupo de Sociología de Religiones y de la Laicidad, de la Escuela Práctica de Altos Estudios (EPHE) de la Soborna (París), dijo a Efe que López Obrador es juarista «pero solo de nombre».
«Si uno revisa los principios de Juárez y cómo lo esta siguiendo, el presidente ve que, por supuesto, no está haciendo nada de lo que Juarez habría hecho», indicó.
Dijo que la supuesta defensa del Estado Laico de López Obrador «es una defensa nominal que no se respalda con los hechos».
Ambos expertos recordaron que la laicidad tiene como fundamento la distancia entre las dos esferas y significa que las autoridades no pueden intervenir en la vida religiosa de la iglesias y viceversa.
Consideraron que además existe una «desigualdad en el trato hacia las distintas confesiones y religiones».
López Obrador ha dicho que «no hay ninguna violación al Estado laico» por la repartición de la cartilla.
«Es muy importante definir qué es el Estado laico. En esencia es que no haya una religión oficial o predilecta, que el Estado no tenga preferencias por ninguna religión y que se respete la libertad a creer o a no creer», apuntó.
Según Blancarte, López Obrador cree que metiendo las religiones a la vida pública va a generar igualdad y lo que está generando es más intolerancia y desigualdad en términos de identidad.
Para Barranco, la cartilla «es un documento conservador de un católico y un tanto anticuado» ya que se escribió originalmente a mitad de los años 40 y no tiene como referencia los derechos humanos, que se empezaron a promulgar hasta 1948.
«Por lo tanto hay temas que totalmente ausentes como la participación de la mujer, la diversidad sexual y las minorías», apuntó.
En tanto, Blancarte dice que la edición y distribución de la cartilla «es una pequeña muestra de todo lo que ha estado haciendo el presidente de México» para «debilitar el Estado laico.
Para Barranco no basta con repartir una cartilla o enseñar civismo en las escuelas para paliar la crisis de valores.
«El tema de la crisis de valores no solo atañe al conjunto de la sociedad, sus élites políticas y su población. También atañe a instituciones del Gobierno e instituciones religiosas, es decir, aquí nadie se salva», agregó Barranco.
En tanto, la Arquidiócesis de México advirtió el pasado domingo que la Cartilla Moral no solucionará los problemas éticos del país.
«Imaginar que con un texto típico se solucionen nuestros problemas éticos, sería como mostrarle una receta al enfermo esperando -solo con eso- su pronta curación», apuntó en su editorial el semanario Desde la fe.