México, 20 jul (EFE).- Precedido por más de un centenar de escalones en una de las colinas hiperpobladas del municipio de Ecatepec, uno de los más peligrosos de México, se encuentra la Casa Club Ramones, un museo dedicado al icónico grupo del punk rock.
Este templo del rock se ubica en una casa de dos plantas en cuya fachada está pintada una chaqueta de cuero al más puro estilo «ramonero».
En el inmueble conviven miles de objetos relacionados con los Ramones, una banda de Queens (Nueva York) que nació en la década de los 70 y se convirtió en el mayor icono del movimiento punk.
«Los Ramones son como los Beatles del punk rock: crearon todo un género, una historia, un estilo de vestir», expresó este sábado en entrevista con Efe Alejandro Garrido, El Rocka, quien inauguró este santuario hace 16 años, impulsado por la necesidad de «compartir cultura» a través de su colección personal.
Desde entonces, miles de personas de todas las edades, gustos y nacionalidades han visitado la casa club, que aún así sigue siendo desconocida para muchos mexicanos e incluso por capitalinos, pese a que Ecatepec, con sus 1,6 millones de personas, está en la zona conurbada.
Alejandro, aunque se muestra muy agradecido a todas las personas que han llegado a visitar su colección, no tiene ansias de que su singular museo sea más y más conocido.
«No buscamos grandes multitudes, aquí tendrá que venir la gente adecuada nada más, la gente que esté en esta onda. Queremos que la gente se sienta como en su casa», matizó.
Después de muchos años adquiriendo discos, carteles o chapas de sus ídolos, El Rocka se decidió a abrir al público esta casa que había adquirido en un principio solamente para vivir.
Cuando Alejandro tenía 14 años empezó a interesarse por la música y a acudir al «Tianguis Cultural El Chopo», un reducto del rock y el punk dentro de la Ciudad de México donde se pueden adquirir todo tipo de objetos relacionados con este mundo, de hecho, el fundador del museo actualmente vende chaquetas allí.
«Sí me ha servido trabajar en El Chopo, gracias a eso ya tenía muchos amigos (relacionados con el rock). El comercio te lleva a tener contacto con la gente pero sobre todo la música: al Chopo llegas por la música. Cuando tenía 13 o 14 años llegaba a intercambiar discos. Solo tenía tres y cada semana los cambiaba», recordó.
Aún así, hay mucha gente habitual de este mercado que no sabe que El Rocka tiene este tesoro en Ecatepec -también conocido popularmente como «Ecatepunk»-, ya que no es algo que él pretenda expandir.
De hecho, en un evento en la casa club, un grupo de personas se acercaron a él para preguntarle por la casa club y ofrecerle, con su inversión, trasladarla al centro de Ciudad de México, lo que él rechazó sin dudar «porque perdería la esencia».
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), un 97,4 % de las personas que viven en Ecatepec se sintió insegura en su ciudad en el mes de junio.
Además, también es una zona de concentración de violencia y el número de feminicidios ha aumentado de manera exponencial, con una cifra registrada un 200 % más alta que la del 2018, según denunció en enero el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Desde la inauguración del local, durante la cual colaboró mucho Arturo Vega, mánager de los Ramones y autor del diseño del mítico logo de la banda, hasta hoy, muchos amigos, conocidos y visitantes llevaron innumerables objetos relacionados con el tema del museo.
Entre todos, destacan cientos de discos -unos apilados y otros en marcos de cristal-, películas, ediciones especiales de zapatillas converse, parches, figuritas, maquetas o cinturones.
En 2016 Richie Ramone, batería de la banda desde 1983 hasta 1987 y, según El Rocka, el artífice del nuevo sonido de los Ramones tras pasar unos años en silencio para volver por la puerta grande, visitó la casa club.
Este hecho jamás había pasado por la cabeza del fundador de la casa club, que de joven, con 13 años, cada semana se moría de ganas por volver del Chopo con sus nuevos discos para escucharlos.
«Nunca lo pensé. Soy de familia muy humilde pero los sueños se van haciendo realidad a base de trabajo. Siempre he sido muy empeñado y con pocos recursos he tratado de hacerlo bien», expresó Alejandro.
Para él la cultura es de todos -por eso no cobra entrada- y las envidias que a veces surgen en la música van en contra de esto, por lo que en este espacio le gustaría que poco a poco «eso se vaya rompiendo».
La pequeña casa de dos pisos, coronada por una azotea en la que se ve toda la ciudad y los múltiples colores de las viviendas de Ecatepec, y que según recuerda Alejandro, Arturo Vega calificó como el «jardín de la serenidad», forma ya parte de la historia de la música.