México.- Marcelo Ebrard afirmó que el flujo migratorio de México hacia Estados Unidos cayó en un 39,3 % si se comparan las cifras de mayo -antes del acuerdo migratorio entre ambas naciones- con las actuales.
"Sigue reduciéndose el flujo migratorio hacia México y los Estados Unidos. Para el mes que está por concluir estimamos que tendremos una cifra de 87.648 personas que llegaron a la frontera norte, y en mayo eran 144.278. (…) Esto significa una reducción considerable", dijo el canciller de México, Marcelo Ebrard, desde Palacio Nacional.
De acuerdo con las cifras oficiales ofrecidas este martes, esto implicaría una reducción del 39,3 % del flujo migratorio hacia Estados Unidos, mayor al 36,2 % anunciado el pasado 22 de julio, tras la reunión en México con el secretario estadounidense de Estado, Mike Pompeo.
El titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) habló también del Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica, con el que pretenden atacar las causas de la migración con recursos y empleo y que ya se está implementando en Honduras y El Salvador.
"Somos el único país del mundo que crea un número de empleos mayores al de las personas que estamos regresando, de acuerdo a la ley mexicana, a sus países de origen", remarcó.
Tras la reunión del sábado del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, con su homólogo hondureño, Juan Orlando Hernández, Ebrard puntualizó que el 47 % de los migrantes en México son de este país centroamericano.
"Parece un éxodo", opinó, y por ello insistió en aplicar tanto el programa "Sembrando vida", para reforestar zonas rurales, como el de "Jóvenes construyendo el futuro", que busca que jóvenes trabajen de aprendices en empresas a cambio de una ayuda económica.
Ebrard anunció que la única familia de migrantes hondureños secuestrada en territorio mexicano ya fue liberada, contradiciendo así al embajador de Honduras en México, Alden Rivera, quien aseveró que hay cientos de casos similares.
"La única familia ya está liberada y no tenemos ningún dato de otra familia en esta circunstancia, pero si lo tiene el embajador, con mucho gusto lo atendemos con la prontitud y celeridad que se hizo en este caso", dijo Ebrard.
Además, el canciller expresó que el Gobierno de México intenta regresar "lo más pronto posible" a los hondureños indocumentados para "evitar las violaciones a sus derechos humanos" que pueden sufrir en territorio mexicano.
Pero recordó que la velocidad en las deportaciones depende de la Embajada de Honduras, que es el organismo que debe identificar a los migrantes de su país para saber a dónde regresarlos.
"La mayor parte de las personas no tiene identificación. Por eso dependemos del trabajo de la Embajada, inclusive le hemos ofrecido tener oficinas por todo el país. La posición de México me parece intachable", dijo.
En el plano internacional, el canciller apuntó que se está preparando para octubre una conferencia internacional de países que serán donantes del plan de desarrollo integral para Centroamérica y el sur de México.
Se mostró convencido que este plan de desarrollo va a demostrar que se pueden tomar acciones que frenen la migración desde el origen a corto plazo.
Finalmente, esperó que Estados Unidos se comprometa a participar activamente en este plan y a destinar recursos. "Hay corresponsabilidad de Estados Unidos y México, y México está cumpliendo su parte", aseveró.
"El flujo sigue reduciéndose y el número de empleos creado en El Salvador y Honduras está creciendo por parte nuestra, de México", concluyó.
Dijo que si México se ha comprometido en invertir 100 millones de dólares en Centroamérica, a Estados Unidos le corresponderían proporcionalmente 2.000 millones de dólares, lo que permitiría crear más de un millón de empleos en la región.
"Vamos avanzando y no es sencillo porque tenemos ideas distintas, pero vamos avanzando", dijo Ebrard sobre la posición de Estados Unidos.
La migración aumentó desde octubre de 2018, cuando caravanas con miles de migrantes centroamericanos comenzaron a ingresar al país para llegar a Estados Unidos.
El 7 de junio, Estados Unidos y México llegaron a un acuerdo migratorio que evitó que el primer país impusiera aranceles a todos los productos provenientes del segundo.
Como parte de este acuerdo, México envió a las fronteras norte y sur a la Guardia Nacional -un nuevo cuerpo de seguridad impulsado por el Ejecutivo- y se contrató a más personal migratorio.