Ahora que vivimos tiempos convulsos, donde los que tienen los años suficientes y la memoria despierta recuerdan la particularísima manera de gobernar del ex-presidente Echeverría, que por cierto es casi centenario y sobrevive a sus dos sucesores, y de la ‘compañera’ Esther Zuno, recordemos uno de los lemas que por todo México reprodujo, en bardas pintadas, aquel IMPI (Instituto Mexicano de Protección a la Infancia), que fue el antecesor del sistema DIF, y que decía que: ‘Si la leche es poca, al niño le toca’.
Vivía entonces México los primeros signos de haber persistido en una fórmula local ‘y nacionalista’ de conducir la economía, la del ‘Desarrollo estabilizador’, que funcionó de maravillas en la coyuntura en que fue creado, en vecindad con el Estados Unidos de pos guerra, y metido en los conflictos de la Península de Corea (1950-53) y de Vietnam (1955-1975), que nos permitió vivir una época de estabilidad que se fue al pozo cuando nuestros vecinos comenzaron a demandar menos nuestras materias primas.
Era otro país, hay que entenderlo, los primeros los que ahora mandan, y otro mundo, por cierto, lo que explica aquel lema que lo que revelaba era la escasez de insumos básicos para grandes sectores de la población, sobre todo en el sector rural, pues hace 50 años aquel México todavía se encontraba en pleno proceso de urbanización, de tal manera que el llamado era a priorizar la alimentación de los menores, cuya atención y cuidado fue una prioridad de aquel Gobierno.
Ahora los niños no cuentan con el mismo predicamento, seguramente porque no votarán ni el año entrante y en el 2024, y ahora los apoyos están destinados a aquellos que luego pueden corresponder con sufragios en los dos próximos procesos federales.
Eso explica muchas cosas, como la particular manera en que se desmontó la reforma educativa y se entregó el sistema a los más radicales de entre los trabajadores del sector; el grave asunto del crónico desabasto de medicamentos para los menores con cáncer, y ahora la altísima mortalidad de los niños mexicanos por causa del Covid-19, luego que esta semana varios estudios comprobaron que en el resto del mundo los decesos de niños por la pandemia son más bien excepcionales, todo lo contrario que en México.
Para darnos una idea, en nuestro país la tasa de mortalidad de menores de edad por el coronavirus, triplica la de los Estados Unidos, lo que ya es mucho decir, pues el manejo de la pandemia de nuestros vecinos ha sido todo menos ejemplar.
Con todos sus asegunes, pues no es que las cifras oficiales llenen a nadie de confianza, se habla de 73 decesos de niños de entre cero y catorce años tras infectarse de Covid-19, mientras en la Unión Americana, con sus más de 2 millones y medio de infectados y sus 126 mil decesos, según las cifras de ayer, sólo han muerto 35 menores, para que cada cual saque sus cuentas y sus conclusiones, aunque es evidente que ahora la niñez no es prioridad para nuestras autoridades, porque donde no hay votos posibles, pues ni para qué gastar.