Tenosique (México), 12 jun (EFE).- Deportaciones, criminalización, hostilidad y violencia hacia migrantes son los primeros efectos del refuerzo de las fuerzas de seguridad en el suroriental estado mexicano de Tabasco, colindante con Chiapas, denuncian este miércoles migrantes y activistas.
«Es una olla de presión. Ha habido muchísima persecución y detenciones masivas de forma cruel e inhumana», dijo a Efe Alexandra Lestón, del Hogar de Refugio para Personas Migrantes La 72, con sede en el municipio de Tenosique, fronterizo con Guatemala.
Apenas este 12 de junio, el Instituto Nacional de Migración (Inami) informó del retorno vía aérea de 108 hondureños desde Villahermosa, capital de Tabasco.
«En su mayoría familias con niños, quienes tenían una condición de estancia irregular en México», puntualizó el organismo.
Ello podría indicar que los migrantes están buscando nuevos puntos de entrada a México, pues habitualmente cruzan por la frontera entre Guatemala y Chiapas, más al sur.
La defensora de migrantes aseguró que los operativos y retenes con apoyo de militares y la Policía Federal son constantes y que estos se mantienen en el tramo carretero El Ceibo-Tenosique.
Y también por vía fluvial desde el río San Pedro en Guatemala hasta la zona del Pedregal (Tenosique), en territorio mexicano.
A decir de la activista, la estación migratoria en Tenosique, con capacidad para 70 personas, fue rebasada en su capacidad por cerca de 250 migrantes.
En tanto colapsaron los servicios consulares para asilo y visas humanitarias en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR).
«Vemos que el colapso de las instituciones es otra manera de frenar la migración porque no es posible tener acceso a una migración si no hay inversión en las instituciones», evidenció.
Comentó que los agentes migratorios, la policía militar y la Policía Federal, vigilan la estación migratoria en Tenosique, lo mismo en los tramos carreteros de aquella ciudad fronteriza.
En la estación migratoria regional de Tenosique, la agencia Efe constató la presencia de elementos del Ejército y de la Policía Federal.
También corroboró el hacinamiento de ciudadanos centroamericanos que exigen su inmediata repatriación.
«No somos presos, solo buscamos una oportunidad de trabajo. Necesitamos que nos saquen de aquí, que el cónsul hondureño nos haga el favor de liberarnos», dijo Joel Mejía, de nacionalidad hondureña.
Mayra Reyes, otra hondureña que viaja en compañía de su hija de 14 años, dijo sentirse prisionera de las autoridades migratorias.
«Parecemos prisioneros, aquí no se puede comprar nada, pedimos que nos despachen luego», urgió la mujer.
Hombres, mujeres embarazadas, familias con niños enfermos, amanecieron bajo improvisadas carpas en el exterior de la estación migratoria.
En tanto, otro grupo permanece agolpado al interior de las mismas instalaciones en condiciones precarias de salud que es atendida por Médicos Sin Fronteras.
Lestón reveló que un grupo de Médicos Sin Fronteras, estuvo en la zona fronteriza y notificaron que las personas y familias migrantes detenidas «no tienen acceso a la salud» y que muchos, entre ellos niños, padecen infecciones.
Lestón expuso que la «criminalización y militarización» ya existía desde hace tiempo, incluso antes del choque diplomático de la pasada semana entre México y Estados Unidos, cuando el presidente Donald Trump amenazó con imponer aranceles a todos los productos mexicanos como castigo por no frenar el flujo migratorio.
Finalmente, se llegó a una acuerdo para evitar esta medida de graves consecuencias, que implica reforzar la seguridad en la frontera sur de México.
«Vemos que -López Obrador- no tiene ni la más mínima congruencia con el discurso de la cuarta transformación en materia de migración (?) pero entendemos que al final quien manda en política migratoria es Estados Unidos», sostuvo.
La activista lamentó que México se convirtiera en el «muro de contención» de Estados Unidos, un discurso opuesto a lo prometido por López Obrador cuando ganó la presidencia de México.