México vive cada día una emergencia, una derivada de otras anteriores, algunas endémicas como la violencia y la corrupción, que llegan a los titulares de noticieros y diarios, traen su cauda momentánea de indignación, pero son borrados a las pocas horas porque nuevos motivos de alarma nos ocupan y nos hacen olvidarnos de lo que pasó ayer, como por ejemplo el asunto el NAICM de Texcoco, parteaguas donde el deterioro económico que persiste y se agrava tiene su origen, pero que ya está cubierto de brumas, como si su cancelación y sus efectos en la economía y la confianza de los inversores fueran cosas de un ayer ya remoto.
Es lo que llaman los expertos ‘pensamiento rápido’, pues apenas nos ocupamos de un asunto grave, cuando la hiperconectividad que trae la Internet y el pandemónium de las redes nos trae un nuevo motivo de discusión, de polémica, de preocupación o de escándalo, del que nos ocuparemos brevemente para ver renovados los asuntos del momento en unas horas o en unas jornadas, ahora que vivimos pendientes de lo que traducido al castellano podemos denominar ‘últimas tendencias’.
Pronto, por ejemplo, se nos pasó la indignación por los respiradores que vendió al IMSS el cachorro de Manuel Bartlett, ya olvidado al parecer el asunto de sus bienes inmobiliarios; como ya parecen asuntos pasados y remotos los señalamientos por ventas al mismo instituto de una firma ligada al hermano de su director general, Zoé Robledo, hechos escandalosos que vienen a ser sustituidos por otros, por otros más y luego, en unos instantes, por otros más.
El pensamiento rápido se caracteriza por la atención a lo inmediato, por acentuar el déficit de atención colectivo y por sembrar desmemoria general, lo que hace imposible remitir las acciones de este régimen a una restauración de los usos y formas políticas de hace medio siglo, cuando al mexicano común se le olvidan los asuntos que pasaron ayer, y los de anteayer le suenan tan remotos como la travesía en el desierto de los judíos o las Cruzadas.
Ayer por la mañana AMLO hacía un recuento de sus ‘logros’, en una reedición de su discurso de siempre, que se vuelve útil gracias a la desmemoria colectiva y a la persistencia, en sentido contrario, de agravios pasados y de rencores tatuados en la piel de un significativo número de mexicanos.
No hace muchos días que se señaló y documentó el asunto de cómo el matrimonio Ackerman-Sandoval se había hecho de varios bienes inmuebles, tras lo cual el académico y la ministra compararon a los periodistas que censuran lo mucho de censurable de la llamada 4T como ‘sicarios’, un asunto que llamó a escándalo unas horas, para que luego la atención colectiva se centrara en el ataque contra García Harfuch, la salida de tono de la señora Gutiérrez Müller, la masacre de Irapuato de anteayer, el asunto de la liberación de un criminal por orden de una jueza del Estado de México, más lo que se acumuló en las horas postreras de hoy, y lo que nos traiga esta vorágine para hoy, mañana y pasado mañana.