“Nunca en más de un siglo se había insultado tanto a un presidente de México”, dijo AMLO el miércoles en su mensaje por el segundo año de su victoria electoral.
Creo tener otros datos. ¿No recuerda Andrés Manuel cuando en cadena nacional, cuando todo mundo veía Televisa -porque existían muy pocas alternativas-, se ridiculizaba al entonces presidente Vicente Fox y a su esposa Martita? Sucedía todos los lunes por la noche en el muy visto programa de sátira política del Canal de las Estrellas, “El Privilegio de Mandar”. A Fox lo caracterizaban como a un ranchero mandilón y muy torpe, que no hacía nada sin el consentimiento de su señora. A Martha la ponían como a una ambiciosa y vulgar esposa que era posesiva a más no poder.
Recuerdo haber escuchado a gente de avanzada edad decir que aquello era un exceso. Que inútil o no, Vicente Fox era el presidente de México y que ridiculizarlo de esa manera, en prime time, era libertinaje, no libertad de expresión.
Pero al parecer Fox no tuvo problemas. Tampoco su esposa que tenía una fluidísima relación con los directivos de Televisa y que si así lo hubiese querido, pudo haber censurado el programa.
Llegó luego Felipe Calderón. Hay de hecho una anécdota curiosa que se relaciona al Privilegio de Mandar y a don Felipe. Junto con Fox y Martha, el personaje más popular de ese programa era Andrés Manuel López Obrador, entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal y a la postre candidato de la izquierda a la Presidencia. Cómo olvidar la caracterización del ‘Peje’ con su famoso y tristemente desaparecido “gallito feliz”.
Cuando Calderón buscaba la candidatura del PAN frente a Santiago Creel, su personaje apenas y tenía participación en el programa. Ni siquiera cuando logró la nominación lo tomaron muy en serio. Después de mucho trabajo de cabildeo con los directivos de la televisora, el equipo del entonces candidato logró que pusieran a un personaje más o menos llamativo, pero que sin embargo seguía siendo muy gris frente a Fox, Martha y AMLO.
Pasaron las elecciones, Calderón ganó y “El Privilegio de Mandar” se terminó. El nuevo presidente le tenía animadversión al programa no sólo porque lo habían ignorado al principio, sino porque pensaba que no estaba bien que se ofendiera de esa forma a su investidura.
Pero aún así, sin “Privilegio de Mandar”, Calderón comenzó a vivir el auge de las redes sociales y sufrió en ese sitio cualquier cantidad de insultos y calumnias provenientes sobre todo de los millones de seguidores de su enemigo político, Andrés Manuel López Obrador. Borracho, enano y acomplejado fueron algunas de las cosas que todos los días le decían al panista.
Y siguió entonces el más vapuleado de todos: Enrique Peña Nieto. A ese, merecida o inmerecidamente, sí que lo ofendieron. Al priísta le tocó el auge total de las redes sociales y éstas se volcaron desde el primer momento de su Gobierno en su contra. No le perdonaron una. Peña Nieto fue, sin lugar a dudas, el presidente más insultado de la historia de México.
Así que, al actual presidente, que no se victimice porque no le queda. El papel de víctima está bien cuando se es oposición (como lo fue él durante tantos años), pero una vez en el poder, la victimización es sinónimo de debilidad. En lo personal, no hay nada más chocante que un gobernante que se hace la víctima, ¿por qué?, pues porque un gobernante tiene, por definición, el poder en sus manos, el sartén por el mango, y más uno como López Obrador que todavía hoy tiene el respaldo de la mayoría de los mexicanos y tiene además la mayoría en el Congreso.
Es muy temprano para victimizarse presidente, eso hágalo dentro de un año si pierde la mayoría en las Cámaras y si su respaldo popular baja del cuarenta por ciento.