«Sufro un grave problema sexual» -le dijo un hombre joven al doctor Ken Hosanna. Inquirió el facultativo: «¿Qué problema sexual padece usted?». Respondió el consultante: «No tengo dinero». Don Hubertino, famoso cazador, iba por un estrecho paso en la montaña cuando se topó de manos a boca -o a hocico- con un enorme oso grizzly que se alzó frente a él, amenazante. Esgrimió el cazador su rifle Magnum, pero el plantígrado se lo arrebató con un zarpazo. «Ya me llevó la jodida» -dijo para sí don Hubertino. Y es que era imposible escapar del feroz animal: de un lado estaba el muro que formaba la montaña, del otro el hondo precipicio. En eso una voz majestuosa se oyó en lo alto: «No, hijo mío. No te ha llevado eso que dices. Todavía tienes tu pistola». Don Hubertino sacó el arma, pero con otro golpe de su zarpa se la tumbó el oso. «No desesperes, hijo -se oyó otra vez la majestuosa voz en lo alto-. Recuerda que traes tu cuchillo de monte». Lo sacó de su funda el cazador, un Bowie knife americano. Otro zarpazo de la bestia lo dejó sin él. De nueva cuenta volvió a oírse la majestuosa voz en lo alto: «Caramba, hijo, creo que ahora sí ya te llevó la jodida». ¿En qué se parecen un diplomático y una doncella? Si la doncella dice «No» eso significa que quizá. Si dice «Quizá» eso significa que sí. Y si dice «Sí» eso significa que no es doncella. Si el diplomático dice «Sí» eso significa que quizá. Si dice «Quizá» eso significa que no. Y si dice «No» eso significa que no es diplomático. Cuando a dos se les compara uno de los dos repara. Quien esto escribe no es dado a hacer comparaciones, pues en ellas resulta siempre perdidoso, pero en el caso de la visita de apoyo -y de a huevo, si me es permitida la expresión plebea- que López Obrador hizo a su gran amigo Trump cabe comparar la actitud del Gobierno mexicano con la del canadiense, cuyo primer ministro se abstuvo de asistir a un encuentro supuestamente convocado para celebrar en forma trilateral el acuerdo de comercio entre Estados Unidos, México y Canadá. Notoria en grado extremo fue la ausencia de Trudeau, e hizo que resaltara más la actitud obsecuente de AMLO ante el Presidente norteamericano. Sucede que Canadá está en aptitud de decir «no», en tanto que México no puede darse el lujo de usar ese vocablo negativo frente al magnate que aún ocupa la Casa Blanca. Cosas de la historia y de la geografía son éstas, imposibles de soslayar. López Obrador no podía dejar de atender el citatorio que Trump le hizo para acudir a esa entrevista que si resultó aterciopelada fue sólo porque en las conversaciones no se mencionaron los elefantes que estaban en la sala: el muro, el trato a los migrantes, el tráfico de drogas y armas. Ahora la esperanza de nuestro Presidente es que Trump gane la elección, pues en caso contrario se las verá difíciles frente a los demócratas, y México con él. ¿Servirá de algo que López Obrador le ponga su Detente a Biden?… Pepito les comentó a sus amigos: «Sueño con tener mucho dinero, como mi papá». Preguntó uno: «¿Tu papá tiene mucho dinero?». «No -aclaró Pepito-. Pero también sueña con tenerlo». Grande fue la sorpresa de lord Feebledick cuando al regresar de la reunión mensual con sus antiguos compañeros de Eton encontró a su mujer, lady Loosebloomers en apretado consorcio de libídine con Wellh Ung, el toroso manecebo encargado de la cría de faisanes. «Bloody be! -exclamó el mitrado, que no olvidaba los juramentos aprendidos en el Cuarto Regimiento de Calcuta-. ¿Qué haces en mi cama?». Contestó el gañán, aturrullado: «Lo mismo que usted, milord». «No es cierto, Ung -lo corrigió lady Loosebloomers-. Él no hace nada». FIN.
MIRADOR
Si Debussy hubiera oído esta lluvia habría compuesto con ella un bello estudio.
Cae la lluvia suavemente, como si quisiera acariciar la tierra. Murmura sobre el techo de la casa, de modo que los antiguos muebles no se asustan. Los hilillos del agua bajan, lentos, por la vidriera del ventanal, y hacen que el huerto parezca ahora una pintura impresionista.
Yo agradezco el regalo de esta lluvia humilde y mansa. No se parece nada al súbito chubasco que llega como ráfaga y así, como ráfaga, se va. La lluvia que en este momento casi oigo y casi veo durará toda la noche. Las raíces de los árboles la beberán a tragos despaciosos y la harán luego fronda y fruto. Saldrá a la luz el agua convertida en hierba.
Al paso de los días beberemos esta lluvia en el ciruelo y el durazno, en la manzana de carne de cristal, en la pera de curvas femeninas. Y daremos las gracias por este don que nos bautiza el alma.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
«…Conviene a México la amistad de Trump…»
Irse con él poco a poco
es táctica conveniente.
Siempre hay que ser muy prudente
en el trato con un loco.