“México está dando un ejemplo al mundo porque logramos aplanar esta curva y evitar que se saturaran los hospitales sin medidas coercitivas, sin el uso de la fuerza”. ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR
Este 11 de julio el doctor Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud, utilizó de manera inusitada una mascarilla en público, aunque sólo por unos segundos. Empezó su conferencia de prensa sin ella, para después mostrar cómo colocársela y retirársela inmediatamente después. Afirmó, como otras veces, que es “un instrumento auxiliar de prevención, particularmente en espacios cerrados, como un mecanismo para que la persona que tiene los virus no los proyecte. No hay una evidencia clara de que sirva como barrera de protección propia”.
El presidente López Obrador utilizó por primera vez en público una mascarilla en su viaje a Estados Unidos el 7 de julio, pero por disposición de las aerolíneas. Antes se había negado a usarla; incluso, prefirió realizar un viaje al sureste del país de 20 horas por carretera antes de someterse al requisito de la mascarilla de un vuelo comercial. El viaje por tierra a Washington, sin embargo, era demasiado largo. También Donald Trump utilizó por primera vez una mascarilla en público este 11 de julio, al visitar un centro médico militar en las afueras de Washington; de otra manera, no habría podido realizar la visita.
La resistencia al uso de las mascarillas, o cubrebocas, refleja una especie de machismo y tiene mucho que ver con la cultura de un lugar. En países de Asia, como Corea o Japón, siempre ha sido señal de buena educación portar mascarilla cuando se tienen síntomas de una enfermedad respiratoria. López Obrador, Trump y Jair Bolsonaro, sin embargo, piensan que la mascarilla es símbolo de debilidad, de falta de hombría. La cultura puede variar incluso en un mismo país; el catcher Kevan Smith de los Rays de Tampa Bay declaraba que en Pittsburgh, donde vive, “parecía que no podías caminar fuera de casa sin una mascarilla”, mientras que en Florida, donde entrena, “si sales con una mascarilla te insultan”.
Ni la Organización Mundial de la Salud ni el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos recomendaban el uso cotidiano de mascarillas al empezar la pandemia, pero han cambiado su posición. En lugares como California su uso se ha hecho obligatorio. Los trabajos científicos que avalan su utilidad se están acumulando. Un estudio de Wei Lyu y George L. Wehnby, publicado en Health Affairs el 16 de junio, mostraba una declinación en las tasas de contagio en Entidades en que se ordenaba su empleo. Otro, de Renyi Zhang y un grupo de colaboradores que incluye a Mario Molina, ganador del Premio Nobel de Química, publicado el 30 de junio en Proceedings of the National Academy of Sciences, señalaba que la transmisión por aire es “la ruta dominante para la difusión del Covid-19” y que “el uso obligatorio o no de mascarillas” es “determinante para forjar las tendencias de la pandemia”. El doctor Molina ha recomendado el cubrebocas para “la propia protección de las personas”, contra lo que afirma López-Gatell.
López Obrador ha señalado que en México vamos muy bien en la lucha contra la pandemia, que ya la hemos domado y que somos ejemplo para el mundo en este esfuerzo. La realidad es muy distinta. Si bien el coronavirus tardó en entrar a México, su tendencia al alza ha sido sostenida y no se ha moderado. México, Brasil y Estados Unidos son presentados constantemente como ejemplos de mal manejo de la pandemia. El bajo uso de mascarillas es una de las razones.
SIN CASA
Un grupo de diputados de Morena en la Ciudad de México ha presentado una iniciativa que haría virtualmente imposible desahuciar a inquilinos que no paguen su alquiler. Esto reduciría la oferta de vivienda de alquiler y dejaría sin casa a un elevado número de personas. Quizá es lo que quieren.
Twitter: @SergioSarmiento