Todas las encuestas que se han hecho para las elecciones del 2021, las federales y las estatales, siguen favoreciendo a MORENA. Si hoy fueran los comicios, el partido del Presidente y sus aliados obtendrían la mayoría en la Cámara de Diputados y ganarían casi todas las gubernaturas en juego.
Pero las elecciones no son hoy, falta un año para ello y de aquí a entonces muchas cosas pueden pasar. Por ejemplo, ¿quién nos iba a decir un año atrás que hoy el mundo estaría inundado y condicionado por una pandemia? Pues es precisamente esa pandemia la que puede cambiarle todo el panorama a AMLO y a Peña Nieto.
El virus en el país está fuera de control y el principal responsable del desastre tiene nombre y apellido: Hugo López-Gatell. A esto hay que sumarle la crisis económica en la que estamos inmersos. Por eso, si no hay un cambio en la estrategia para frenar la expansión del virus y para evitar que la economía mexicana colapse, es muy probable que MORENA comience a desplomarse. Y es aquí donde aparece el ex-presidente de México, Enrique Peña Nieto.
Cuando la pandemia y la crisis hayan terminado con los réditos del Presidente, éste tendrá a la mano, si así lo desea, la histórica, explosiva y muy rentable oportunidad de encarcelar a su antecesor. ¿Se imaginan esa escena?, ¿se imaginan a Enrique Peña Nieto esposado, con el uniforme de preso y tras las rejas?
Se dice que en el caso penal que la FGR sigue contra el ex-director de PEMEX, Emilio Lozoya, todos los caminos apuntan a Peña.
López Obrador llegó al poder bajo dos premisas fundamentales: la de primero los pobres y la del combate a la corrupción. Si el régimen de la 4T logra armar un maxiproceso anticorrupción para llevar a prisión a antiguos altos funcionarios y al mismísimo ex-presidente, muy probablemente millones de mexicanos le perdonarán al Gobierno las pifias cometidas este año y le devolverán al mandatario los réditos perdidos.
Por eso, parece que el futuro de Peña Nieto está hoy completamente condicionado a los números que AMLO y su partido vayan obteniendo. Si al Presidente se le comienzan a complicar sus escenarios, que se olvide su antecesor del exilio de gloria que está viviendo desde hace tiempo en Madrid. López Obrador tiene en su poder ese cartucho, y aunque quizá no quiera utilizarlo, no tendrá otra opción que hacerlo. AMLO es un animal político y si para que su proyecto de nación sobreviva tiene que encarcelar a quien indirectamente le ayudó a llegar al poder, lo hará sin pensarlo dos veces.