En unos días se cumplen dos años de un artículo que Héctor Aguilar Camín publicaba en las páginas de Milenio, conocido y reconocido el triunfo de AMLO en las elecciones del día primero de julio de ese año, un texto en dos partes (‘Sobre la tiranía (Por si ocupan)’), en la segunda de las cuales vería varias citas del libro ‘On Tyranny’ del historiador de Yale Timothy Snyder, con el epígrafe del filósofo polaco Leszek Kolakowski, muerto hace once años y en su día uno de los más agudos críticos del comunismo y de las utopías, incluidas entre éstas las doctrinas que llevaron a los fascistas al poder en Italia y a los nazis en Alemania.
Se trata de un compendio de citas citables que resultaron proféticas en México y ante la imposibilidad de reproducirlas todas, tomamos dos o tres, casi al azar, con la certeza de que así serán atinadas: “los símbolos de hoy dibujan el futuro” y aquella otra de que “los fascistas despreciaban las pequeñas verdades de la vida diaria y amaban los eslóganes”, para luego abundar en la necesaria dosis de seducción de las masas para que los tiranos lleven adelante sus proyectos, pues “Mucho del poder del autoritarismo se le entrega voluntariamente”.
Dos años después, mientras el desmantelamiento de los soportes sobre los que los mexicanos edificamos nuestra frágil democracia, hoy tambaleante, Aguilar Camín, uno de los más férreos opositores de AMLO, aparece como uno de los firmantes de esa carta que llama a un frente unido para que el presidente no refrende su mayoría en el Congreso de la Unión en las elecciones del año entrante, suscrita por un grupo de reconocidos intelectuales mexicanos, entre los que se cuentan Enrique Krauze, quizá el testigo último del liberalismo clásico en México, Jesús Silva Herzog, Roger Batra, Maria Baranda, Jorge G. Castañeda, Jean Meyer, Jesús Reyes Heroles, Javier Sicilia, Agustín Basave, Guillermo Sheridan, Soledad Loaeza, Gabriel Zaid, María Marván y otras voces destacadas de todo el espectro intelectual mexicano.
Bajo el título de ‘Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia’, publicada en Reforma el pasado miércoles y reproducida en numerosos medios, la carta llama a defender nuestra democracia y hacerlo por medio del sufragio, evitando una nueva mayoría legislativa para AMLO en los comicios federales del próximo año, y de inmediato fue replicada por el mandatario que en Twitter publicó su texto ‘Bendito Coraje’, donde abunda en su colección de lugares comunes y asegura que ‘da pena ajena’, el argumento de los firmantes; una respuesta típica, que seguramente era la que esperaban los convocantes.
No tardó el apologista mayor, Federico Arreola, en extender el texto presidencial, quien recordó a los firmantes, que seguramente ya lo habían tenido en cuenta, que ellos, como parte de la inteligencia tenían escasas posibilidades de tener éxito en la articulación de tal frente, pues como pensadores poco saben de buscar sufragios en la calle –allí donde son más eficaces los líderes de colonia a sueldo, los promotores del voto, los funcionarios que reparten apoyos sociales y los operadores que conocemos como mapaches-; tiene razón, aunque también sufre la ceguera de los apologetas griegos, que hablan desde la adoración y el fervor.
No le falla, sin embargo a Arreola, el diagnóstico de que poco pueden hacer los estilistas del boxeo de sombra o los expertos en esgrima, contra golpeadores de barrio o matones de arrabal, pues evidentemente hablamos de una batalla en dos planos: el del pensador y el del cuchillero.
Por primera vez y dadas las circunstancias y la importancia de este asunto, esta carta la dividiré en dos partes, como haría Aguilar en su profecía, lamentablemente cumplida, de hace dos años.