México, 7 ago (EFE).- México ha superado los 50.000 muertos por COVID-19, una cifra impensable en los pronósticos iniciales, en medio de récords de contagios y millones de personas que, ante la necesidad, se han reincorporado al mercado laboral.
Según el reporte más reciente de la Secretaría de Salud federal, el país latinoamericano acumula 462.690 casos del nuevo coronavirus Sars-CoV-2 y 50.517 fallecidos.
Se consolida, trágicamente, como el tercer país del mundo por decesos en cifras absolutas, solo detrás de Estados Unidos y Brasil, y en el sexto por número de contagios confirmados, pese a ser uno de los países que menos pruebas de COVID realiza.
Además, recientemente se han encadenado varios récords de nuevos contagios. Fueron 9.556 casos el pasado 1 de agosto, aumentando la preocupación.
«Lamentablemente, como siempre es lamentable, aunque fuera solo una, tenemos 50.517 defunciones por COVID-19 en México», apuntó en su última rueda de prensa el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell.
PRONÓSTICOS INICIALES VAPULEADOS
La polémica persigue la estrategia gubernamental para combatir el coronavirus prácticamente desde que se confirmó el primer caso el 28 de febrero.
Desde el principio, el estratega contra la pandemia, López-Gatell, advirtió que sería una «epidemia larga».
«Esto no se va a acabar en una semana», declaró el 7 de marzo.
Pero el lento incremento de casos en los primeros meses -el 1 de abril eran apenas 1.378 contagios y 37 muertos- llevó a unos optimistas pronósticos.
En una entrevista con EFE el 23 de abril, el reputado epidemiólogo estimó entre 6.000 y 8.000 muertos.
Si bien, en declaraciones un mes después ante el Senado, aseveró que siempre se contempló un escenario amplio de hasta 30.000 decesos por esta enfermedad, que suma en el mundo más de 19 millones de casos y 715.000 muertos.
«No hubo planificación y los preparativos anticipados eran fundamentales para atenuar el impacto del coronavirus», explica este viernes a Efe la maestra en Salud Pública Carolina Gómez, muy crítica con los recortes presupuestarios y la salida «pronto» del distanciamiento social.
LA POLÉMICA NO CESA
A estos pronósticos fallidos se le suman un sinfín de polémicas.
Empezando por el subregistro de casos, reconocido por el propio Ejecutivo pero desconocido con exactitud. Aunque hay evidencias que señalan que entre marzo y junio la mortalidad general aumentó en más de un 50 %.
Hace una semana, cuando México superó al Reino Unido por número de muertos, nueve de los 32 gobernadores del país suscribieron un documento en el que pedían «la salida inmediata» de López-Gatell por falta de «resultados».
«Nosotros apoyamos al doctor López-Gatell; ha hecho un buen trabajo y vamos saliendo» de la pandemia, respondió el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien ha señalado en más de una ocasión que la tasa de mortalidad es menor a la de otras naciones.
El mandatario ha hecho malabares con la pandemia desde el principio. Aunque animó a la gente a quedarse en casa y cuidar a los mayores, él tardó en cancelar sus giras por el país y tan pronto comenzó la «nueva normalidad» las retomó.
Tampoco está a favor del uso del cubrebocas. «Me voy a poner un tapabocas (…) cuando no haya corrupción ya», dijo recientemente desde Palacio Nacional, tras considerar días antes que su uso «no está científicamente demostrado».
LOS HOSPITALES RESISTEN
Pese al panorama nada halagüeño, México ha absorbido, al menos en apariencia, el impacto. Y se han evitado devastadoras imágenes como los cuerpos en las calles de Ecuador.
Según la Secretaría de Salud federal, la ocupación hospitalaria se sitúa hoy a nivel nacional en el 43 % para camas generales y en 38 % para camas con ventilador (para enfermos críticos).
El éxito «es relativo» -dijo Gómez- porque se ha tenido «un retraso en la atención de otro tipo de padecimiento o urgencias».
En este contexto, sobresalen casos como el del norteño estado de Nuevo León, que adelantó la «nueva normalidad» y hoy padece de una elevada ocupación hospitalaria de alrededor del 70 %.
Su ejemplo -empujado en buena medida por el choque político de su gobernador estatal, el independiente Jaime Rodríguez Calderón con el Ejecutivo federal- ha encendido más alarmas.
PERO LA NECESIDAD APREMIA
¿Hasta qué punto conviene reactivar un país? La respuesta es, para muchos, puramente económica.
El país decretó el cierre de las actividades no esenciales entre abril y mayo, junto a un distanciamiento social que no fue nunca obligatorio para no perjudicar a millones de trabajadores informales.
El PIB del segundo trimestre se desplomó a niveles nunca vistos del 18,9 % interanual y, hasta junio, se habían destruido 1,18 millones de empleos formales.
El país, o sus ciudadanos, ya no aguantan mucho más en casa aunque el Gobierno asegura que las ayudas sociales que reparten desde que López Obrador asumió el poder en diciembre de 2018 han sido de gran ayuda.
México tiene unos 50 millones de pobres (41,9 %) pero organismos oficiales estiman que otros diez millones podrían caer en pobreza.
Según datos divulgados esta semana, el desempleo en México aumentó en junio hasta el 5,5 % de la Población Económicamente Activa (PEA) y 5,7 millones de personas se reincorporaron al mercado laboral. La mayoría de ellos -tres millones- eran informales.
«Vamos a reactivar la economía a costa de más número de contagios», advirtió Carolina Gómez.
Positivamente, calificó como «valentía» que el regreso a clases el 24 de agosto de más de 30 millones de estudiantes sea todavía a distancia.
López Obrador, que el 28 de mayo dijo que la pandemia ya se había «domado», está convencido de que ya «pasó lo peor» en términos económicos y la remontada será pronunciada.
«Va a pasar esta pandemia, tiene que ceder. Ya está sucediendo, aun con lentitud», dijo este viernes desde el turístico municipio de San José Los Cabos, donde está de viaje de trabajo.
Esto contradice pronósticos nada esperanzadores de expertos que sitúan la caída del PIB para 2020 cercana al 10 %, pese al optimismo oficial.