México, 7 ago (EFE).- Representantes indígenas cuestionaron este viernes el proyecto del Tren Maya dos meses después del arranque de la obra, defendida por la ONU y el Gobierno mexicano como una promesa de desarrollo para el sureste del país.
En el primer conversatorio de «Voces de los pueblos indígenas y el Tren Maya», organizado por la ONU, habitantes originarios criticaron el proceso de consulta y la inversión de más de 5.000 millones de dólares en una megaobra en una región marginada.
«No podemos construir un tren cuando no tenemos acceso a la salud, a vida una libre de violencia, a la educación, no podemos traer infraestructuras cuando todavía no tenemos consolidadas ni tenemos acceso a ellas», argumentó Dulce Pat Puc, de la Coordinadora de Mujeres Mayas de Quintana Roo.
La construcción del Tren Maya comenzó a inicios de junio, con la meta de terminar dentro de dos años sus 1.460 kilómetros de extensión en los cinco estados del sureste: Tabasco, Campeche, Yucatán, Chiapas y Quintana Roo.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, presume esta obra como detonante de desarrollo y para reactivar la economía tras la crisis de COVID-19.
ONU-Hábitat reiteró este viernes que 46 % de los empleos creados por el Tren Maya hasta 2030 serán para indígenas de estos cinco estados, donde reside un tercio del total nacional y 60 de los 68 pueblos originarios.
Pero Pat Puc denunció que menos del 20 % de las tierras de la Península de Yucatán están en manos de pueblos indígenas.
También expresó preocupación por la «mercantilización» de su cultura.
«¿Los mayas vamos a ser un atractivo más o cómo? Esa es la preocupación que surge a raíz de este proyecto, que ya tiene el banderazo», manifestó.
Roselia Vázquez, lideresa comunitaria de la etnia chol en Palenque, Chiapas, también cuestionó las prioridades del presupuesto federal porque persisten carencias en salud y educación.
También se mostró escéptica con el proceso de consulta y las promesas de desarrollo.
«Si es que nos van a dar la atención, se va a ir resolviendo esta problemática de la región, pues qué mejor sería que si nos escucharan a estas voces porque la región cada día se va a deteriorar más, si no se le da atención ahora», opinó.
Al igual que ellas, Quetzal Tzab, jefe de la Unidad de Asuntos Indígenas del municipio de Solidaridad en Quintana Roo, aclaró que no se oponen a la obra, pero piden garantías y transparencia.
«Sí creemos en este gran proyecto mientras existan todos esos estudios ambientales, sociales, económicos y mientras todos estemos en esta economía circular ambientalista», sostuvo.
DEFENSORES DE LA OBRA
Eduardo López, coordinador de ONU-Hábitat en México, aseveró que el organismo trabaja «con toda la voluntad y la intención» en la ruta del Tren Maya porque «saben que es un proyecto de integración nacional».
La Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) también ofreció acompañamiento.
En tanto, Adelfo Regino, titular del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), aseveró que el Gobierno escuchó las voces en las consultas públicas.
«Un proceso inédito en muchos sentidos en el que el Estado mexicano cumplió con el deber de consultar a los pueblos y a las comunidades indígenas tal como está establecido en el derecho internacional», afirmó.