Los rusos, como si se tratara de la carrera espacial de hace 70 años, anunciaron ayer con bombo y platillo, en voz del neo zar Vladimir Putin, que su país ya dispone de una vacuna efectiva y segura contra el Covid-19, y ante las dudas universales sobre su eficacia, el mandamás ruso aseguró que incluso una de sus hijas había participado en los ensayos previos con humanos, justo la causa del escepticismo general y de la petición de cautela de la OMS, pues nadie más que ellos saben cómo y en qué tiempo se desarrolló el fármaco para crear inmunidad ante el coronavirus.
Carecemos de conocimientos para aventurarnos a cualquier cosa respecto a la efectividad de este compuesto de fabricación rusa, aunque habría que esperar a que sea avalado por expertos en inmunología de otros países, para saber qué de cierto hay en que crea inmunidad permanente contra el bicho y tiene pocos y poco significativos efectos secundarios, en el entendido de que no hay nueva normalidad posible hasta que el grueso de la población mundial haya recibido la dosis respectiva.
Esto de la hija de Putin recuerda a aquel baño en la costa española de Almería, que protagonizaron el ministro de Información del dictador Franco y el entonces embajador de Estados Unidos en España Angier B. Duke, que con ello pretendían demostrar que la zona de Palomares no había sido contaminada con las bombas atómicas que cayeron a esa zona del levante ibérico tras un accidente de uno de aquello B-52 estadounidenses.
Volviendo a la vacuna y a las muchas dudas que genera, sobre todo porque la rapidez con que se desarrolló hacen suponer a los especialistas que las pruebas aplicadas no se aplicaron con rigor o saltaron etapas indispensables, se habla de que México es uno de los países interesados en adquirir cientos de miles de dosis, lo que suena más al juego perverso de la geopolítica que a una solución tranquilizadora para nosotros, pues se corre el riesgo de adquirir fármacos de utilidad dudosa, ahora que el Gobierno ha demostrado un manoseo irresponsable en la adquisición o no adquisición de fórmulas médicas para el sistema sanitario público.
A la espera de que nuestras autoridades lo confirmen o lo desmientan, ayer el canciller Ebrard habló de la participación de México, cuyo concurso se limita casi a poner mexicanos de conejillos de Indias, en los ensayos con humanos de tres vacunas con dos empresas chinas y una más de la Unión Americana, ensayos a desarrollarse entre el próximo mes de septiembre y el primer mes del 2021, tras lo cual podemos suponer que la inmunización masiva de mexicanos no llegará, en el mejor de los casos, sino hasta el primer trimestre del año entrante.
Para entonces, si se cumplen las proyecciones, y si se toman en cuenta las versiones de que se están manipulando las cifras de contagios y muertes para aplanar artificialmente las cifras de las entidades y la Federación, habremos superado los 150 mil decesos y superado por mucho el millón de contagiados, aunque eso mejor lo dejamos por la paz, pues ya dijeron que hablar de cifras no es una obligación de informador, sino vil actividad carroñera de ‘zopilotes’.