“No tengan miedo”, fue el mensaje de la Iglesia Católica a sus fieles al inicio de la pandemia provocada por el coronavirus (Covid-19), además de señalar que la situación no era sencilla, sin embargo, “cuando se ve el fondo del túnel sin saber lo que nos espera; cuando avanzamos, pero el monstruo sigue detrás; cuando no ha pasado la tormenta y ya comienza la inundación, es urgente tener firmeza en quien ha vencido a la muerte: ¡No tengamos miedo!”.
Con estas palabras se alentó a cada creyente, quienes sufrieron la angustia y desolación al ser cerradas las Iglesias donde religiosamente asistían a participar de los sacramentos y se resistía a quedarse en casa.
Son cerca de las seis de la tarde, ahí en una banca sentado frente al templo está don José, parece que tiene la mirada perdida en lo alto, al acercarnos nos comentó que esperaba que las campanas se movieran, que las tocaran y llamaran a todos a misa. Don José acostumbra asistir a misa todos los días en San Diego, pero durante el tiempo que permanecieron cerradas las Iglesias nos comentó “sentí un gran pesar porque la Iglesia estaba cerrada y porque ya estoy viejo y no podía entrar, pero me hacía falta, sabía que las misas eran a puerta cerrada y me quedaba sentado aquí, afuera, ahora ya está abierta, pero extrañé lo de la Semana Santa y las fiestas de la virgen, ya ve que fue diferente”, comentó. Actualmente las Iglesias ya están abiertas, pero sigue la invitación a que los adultos mayores se queden en casa. Don José sigue ahí, tratado de encontrar paz y consuelo.
Por otra parte, doña Angela con casi 70 años de edad, todos los domingos ha asistido a misa de 10 en la Catedral ya que dice que se enteró que cerrarían las Iglesias, pero que algo le decía que la Catedral seguiría abierta, “mire, yo después de que nos dijeron que las Iglesias se iban a cerrar me vine a ver si corría con suerte y cuando vi que estaba abierta me dio mucha alegría, dije que mi Padre Dios me estaba dando ese regalo, para mí la misa es todo, me iba a morir de tristeza si no podía venir”, doña Angela se ve contenta, llena de vida y de gran piedad, para ella la pandemia representa una enfermedad más, que dice estar segura que pronto va a pasar como tantas otras, pero que se necesita estar cerca de Dios, que sólo él puede salvarnos de esto.
El matrimonio Martínez conformado por don Luis y doña Mary, comentan que ellos fueron acostumbrados por sus abuelos y sus padres a participar de las celebraciones en la Iglesia, por lo cual estos meses les ha costado mucho no poder acercarse, siguen la misa por el canal 26 pero que no es lo mismo, a veces ni les sabe, según las palabras de don Luis, “nos hace falta confesarnos y comulgar, en la tele no es lo mismo”, esperamos que ya pronto pase todo, nos hace falta acercarnos a la Iglesia.
Lucy, es una mamá muy joven, nos comenta que desde muy chica sus papás le inculcaron ir a misa todos los domingos y participar en las fiestas y reuniones de la Iglesia, por lo que ahora ella hace lo mismo con sus pequeños hijos, pero desde el inicio de la pandemia ha tratado de mantenerse en casa y ha acondicionado un rinconcito donde ven las misas e incluso en Semana Santa puso a sus hijos a colorear las estaciones del viacrucis y lo rezaron recorriendo la casa, aunque sabe que las Iglesias ya están abiertas dice que aún no tiene la confianza para exponer a sus hijos, “nosotros tratamos de orar y sentirnos cerca de Dios”, concluyó.
Por otra parte, nos encontramos con Juan Tavares, un joven de 42 años, quien nos platicó que todos los domingos participa en la Eucaristía y los jueves además de la Eucaristía también asiste a la Hora Santa, pero con lo de la pandemia sintió una profunda tristeza al enterarse que se cerrarían los templos y trató de entender que era por el bien de todos. “Es una experiencia diferente, en mi casa puse un crucifijo y mi cirio para seguir la misa por internet, pero me hace falta recibir a Jesús en la comunión, eso es muy triste, además que la oración es en comunidad”, asintió.
LOS DATOS
México es el segundo país con más católicos del mundo, después de Brasil y seguido por Filipinas. El Estado mexicano es oficialmente laico desde que la separación entre las instituciones religiosas y la administración política de la nación quedara consagrada en la Constitución de 1857 y fuera ratificada en la vigente Constitución de 1917. El catolicismo es la religión dominante en ese país, y representaba, en el 2010, alrededor del 82.7% de la población total.
Mientras que en Aguascalientes el 93.2% profesa la religión católica, en el 2000 era de 95.6%, pero ha incrementado el número de población sin religión, según el Censo de Población y Vivienda 2010 del INEGI, Aguascalientes es el tercer Estado en el país con el mayor porcentaje de su población creyente en la religión católica, con un 93.2%, 1 millón 101 mil 785 personas, sólo por debajo de Zacatecas (94.4%) y Guanajuato (94.3%) y superando a Estados como Jalisco (93.1%), y a la media nacional en casi 10 puntos porcentuales (83.9%).
Por su parte, el Padre Felipe Gutiérrez, ex-vocero de la Diócesis en Aguascalientes, dio a conocer que después de haberse publicado el decreto para la reapertura de las Iglesias de forma paulatina el 18 de mayo, al momento se puede contabilizar un 50 a 60% de los fieles en el Estado que han regresado, ya que aún se puede ver un marcado ausentismo. Aunque la población joven se ha adaptado más fácil a la tecnología y sigue las transmisiones a través de las redes sociales e incluso participan en congresos y pascuas juveniles virtuales, la población adulta no se siente muy conforme pues ansían recibir la comunión y asistir a las Iglesias, pero no ha podido regresar al 100% por diferentes circunstancias o antecedentes médicos.
Asimismo dio a conocer que el comportamiento de la población católica de todas las edades ha dado un gran giro, ya que al sentirse vulnerables ante la pandemia, empezaron a acercarse más a la Iglesia, se dieron cuenta que necesitan algo más que la tecnología, que la tecnología no lo es todo.