México, 6 sep (EFE). – Al militar mexicano Cuauhtémoc Lenin García el tratamiento contra la COVID-19 le había funcionado muy poco, incluso tuvo que ser intubado para tratar de mantenerlo con vida y fue una terapia a base de plasma de pacientes recuperados de la enfermedad lo que le ayudó a vencer al coronavirus y tener una segunda oportunidad de vida.
«Cuando estuve intubado me comenzaron a dar plasma y vieron mis reacciones, que fueron buenas, y sobre eso siguió el tratamiento», cuenta García, aún convaleciente.
El teniente coronel, quien es el jefe del Centro Ecuestre de Alto Rendimiento de la Secretaría de la Defensa Nacional, es uno de los 140 pacientes que se encuentran en un protocolo de investigación en el Hospital Central Militar, en la capital del país, con un tratamiento con plasma para superar la COVID-19.
García, de 54 años, estuvo grave en el hospital por 36 días, 14 de ellos conectado a una máquina que le ayudaba a respirar.
«Creo que fue el día 14 cuando me tenían que desentubar y no presentaba mejoría, (le ponen el plasma) y ya casi al final presentó cierta mejoría y es fue lo que le dio confianza a mis doctores (de desentubarlo)», afirma.
GESTO SOLIDARIO
Para García, un gesto solidario de personas recuperadas de COVID-19 que donen su sangre puede ser de gran ayuda para pacientes que cursan la enfermedad con cuadros críticos.
El plasma, explica la médico cirujano Carmen Gabriela Torres, es la parte líquida de la sangre la cual se obtiene después de un proceso de centrifugación.
«En el plasma se encuentran proteínas llamadas anticuerpos que de alguna manera ayudan al paciente a recuperarse de la enfermedad», afirma.
Gracias a la transfusión de plasma -una técnica que ya ha tenido buenos resultados en el tratamiento de otras enfermedades-, los contagiados reciben anticuerpos con el fin de contribuir a combatir la enfermedad.
En concreto, detalla Torres, se recolecta este plasma de convaleciente, unos 600 mililitros por donador, que se fracciona en tres partes y se procesa.
Se hace serología (para saber que realmente tenga los anticuerpos), también se comprueba que no haya microorganismos que vayan a transmitir infecciones y se mide la cantidad de anticuerpos presentes.
Para aplicar en los pacientes se aplican dos dosis separadas en 24 horas y dependiendo de su evolución se aplica una tercera al quinto día.
Se realiza una evaluación para identificar cuánto disminuye el virus.
La donación es muy similar a una de sangre habitual. La persona tiene una entrevista para medir que no haya ninguna situación de riesgo de transmitir alguna infección al receptor y luego se realiza la donación en un proceso que dura entre 60 y 90 minutos.
Además «cuando le sacamos plasma a un donante, usamos una máquina para devolverle los glóbulos rojos y plaquetas», detalla la doctora.
Luego, ese plasma sanguíneo es destinado a pacientes que están cursando COVID-19 y que no tiene creada su respuesta inmune, pero hasta el momento se usa en los pacientes con cuadros más críticos.
LA IMPORTANCIA DE DONAR
En México la cultura de la donación sigue siendo muy baja, pues solo el 3 % de la donación de sangre es de manera altruista, mientras que el 97 % restante es como reposición, es decir, de familiares que deben cumplir con el trámite en los hospitales.
«La donación del plasma debe ser un instrumento que nos motive, a los que podemos participar, de ayudar y contribuir de alguna forma porque finalmente es algo que está salvando vidas», señala Dolores Yael Torres Herrera, esposa de García.
Y eso es algo que Félix Juárez, quien superó la COVID-19, tiene muy presente pues tras haber pasado por la enfermedad busca ayudar, con su plasma, a la recuperación de otros pacientes.
«Tal vez yo no estuve tan grave, pero el plasma puede ayudar a las personas que están en esta situación tan difícil», afirma.
Para este tipo de donación, dice la doctora Gabriela Torres, está habilitado el banco de sangre del Hospital Central Militar y, salvo algunas exclusiones, puede acudir cualquier persona que haya tenido coronavirus, que no tome medicamentos, sume 14 días sin síntomas y tenga una prueba PCR negativa.
Al teniente García aún le tiemblan las manos y le cuesta trabajo respirar, pero eso no le impide pedir a las personas «que vengan y donen plasma porque están ayudando a otras personas» como a él.
«¿Que si volví a nacer? Me han dicho muchas veces eso, (y creo) que sí tengo una segunda vida», finaliza.