Bogotá, Colombia.- La COVID-19 no es una bacteria que se deba tratar con antibióticos o aspirina, frente a lo que afirman mensajes de WhatsApp difundidos en América Latina que contienen también falsedades como que Italia ha encontrado ya la cura de la enfermedad o que la OMS prohíbe las autopsias a fallecidos con coronavirus.
Este verano circula en países latinoamericanos una cadena de WhatsApp cuyo contenido fue compartido hace tres meses en España donde se afirma que la causa de la COVID-19 no es un virus, sino «una bacteria amplificada con radiación electromagnética 5G» que «produce inflamación e hipoxia» y se puede combatir con antibióticos, aspirina, paracetamol, antiinflamatorios y anticoagulantes.
Estos mensajes aseguran que en Italia se encontró «la cura para el coronavirus» porque médicos de ese país practicaron la autopsia a un fallecido con COVID-19, supuestamente en contra de lo exigido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y, al descubrir evidencias de trombosis, cambiaron el tratamiento de los pacientes para administrarles con éxito aspirina y apronax (un antiinflamatorio).
El texto, difundido en países como Colombia, Panamá, México y Brasil, sostiene que “los médicos italianos desobedecieron la ley mundial de la Organización Mundial de la Salud de no hacer autopsias en los muertos del coronavirus» y demostraron que la COVID-19 es una coagulación de la sangre que impide oxigenar el corazón y los pulmones, de modo que el paciente muere «rápidamente por no poder respirar».
DATOS: La COVID-19 no es una bacteria, sino un virus, que no se combate con antibióticos o aspirina, y en Italia no se ha encontrado la cura de esta enfermedad. Tampoco es cierto que la OMS prohíba practicar autopsias a los fallecidos por coronavirus.
La COVID-19 está causada por un virus de la familia de los coronavirus que fue bautizado como SARS-CoV-2. Y los virus no tienen nada que ver con las bacterias, tanto en su tamaño, genoma y funcionamiento como en sus efectos sobre el organismo humano y en las vías de transmisión.
Los coronavirus son una extensa familia de virus que causan enfermedades tanto en animales como en humanos, a quienes pueden provocar infecciones respiratorias que varían entre un resfriado común y enfermedades graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), el síndrome respiratorio agudo grave (SARS) y la actual COVID-19, según explica la OMS.
En cambio, las bacterias son organismos unicelulares procariotas (sin núcleo diferenciado por una membrana) presentes de forma habitual en casi todo el planeta y en el organismo humano. “El cuerpo humano está lleno de bacterias; de hecho, se estima que contiene más bacterias que células humanas», indica en su web el estadounidense Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano.
NO SE PUEDE CONFUNDIR UN VIRUS CON UNA BACTERIA
«La mayoría de bacterias que se encuentran en el organismo no producen ningún daño; al contrario, algunas son beneficiosas», subraya esta institución, antes de precisar: «Una cantidad relativamente pequeña de especies son las que causan enfermedades”.
Y nada tienen que ver con los virus. Como señala Jorge Cortés, infectólogo del Hospital Universitario Nacional de Colombia, la diferencia estriba «en su tamaño, genoma y funcionamiento», puesto que «los virus tienen material genético pequeño y requieren células para replicarse», mientras que «las bacterias son células que ya son autónomas”.
Las reacciones de ambos en el cuerpo humano dependen del sistema inmunológico y las enfermedades preexistentes. En cuanto a la forma de transmisión, un virus puede entrar en el organismo por la boca, por las mucosas nasales y bucales o bien por transmisión sexual o a través de picaduras de mosquitos, mientras que las bacterias pueden penetrar a través de rasguños, heridas, orzuelos…
El director del Instituto de Virología de la universidad colombiana El Bosque, Jaime Eduardo Castellanos, explica que desde hace más de 150 años se han investigado las diferencias entre virus y bacterias.
“La primera y más evidente es que los virus son microorganismos que no se pueden ver en un microscopio (…) y necesitan, obligatoriamente, una célula o un tejido del individuo; en cambio, las bacterias se pueden duplicar por ellas mismas y crecer solas”, detalla Castellanos.
ANTIBIÓTICOS SOLO PARA BACTERIAS
Y ¿qué medicamentos se emplean en uno y otro caso? Para algunas bacterias hay antibióticos con diferentes mecanismos de acción, mientras que para los virus hay antivirales que logran interferir con el material genético viral o con puntos específicos de su formación.
Jorge Cortés, también profesor titular de la Facultad de Medicina en la Universidad Nacional de Colombia, advierte de que siempre será más difícil tratar un virus que una bacteria, pues la mayoría de antivirales son poco potentes o con efectos lentos.
En el caso de las bacterias, “los antibióticos suelen ser más potentes y logran reducciones importantes de la carga bacteriana, si bien hay infecciones que requieren de cirugía (una apendicitis o un absceso, por ejemplo), ya que los antibióticos serían incapaces de matarlas en ese escenario”, precisa este infectólogo.
Hasta el momento ningún fármaco previene o cura la COVID-19 causada por el virus SARS-CoV-2, aunque en numerosos países se trabaja para el desarrollo de vacunas y medicamentos que puedan contrarrestar la enfermedad, bajo la coordinación de la Organización Mundial de la Salud.
La OMS ha informado ya de que «hay varios ensayos clínicos en marcha, tanto de medicamentos occidentales como tradicionales», y recomienda no automedicarse frente a la COVID-19 con ningún fármaco, entre los que destaca expresamente los antibióticos.
ITALIA NO HA ENCONTRADO LA CURA
Ante mensajes falsos como el difundido en Europa y América latina a través de esa cadena de WhatsApp, el propio Ministerio de Salud de Italia ha desmentido a través de su web oficial que se haya encontrado en este país una cura contra la COVID-19 y ha aclarado que tampoco existe aún una terapia eficaz contra la enfermedad.
Igualmente, el departamento de Salud del Gobierno italiano recalca que el origen de la COVID-19 no es una bacteria, sino el virus «Síndrome Respiratorio Agudo Grave-Coronavirus 2» (SARS-CoV-2), así denominado por el Comité Internacional de Taxonomía de Virus.
Tampoco existe esa supuesta «ley mundial de la OMS» que prohibiría practicar autopsias a fallecidos con coronavirus. Para empezar, porque carecería de competencias para dictar este tipo de normas, ya que se trata de una organización dedicada a gestionar políticas públicas de prevención e intervención en la salud.
Pero, además, en la web de la organización se puede encontrar un apartado en el que, con el fin de garantizar la prevención y el control de infecciones en la gestión de cadáveres, la OMS ofrece un conjunto de recomendaciones para la realización de autopsias de fallecidos a causa de la COVID-19.
AUTOPSIAS CONFIRMAN QUE ES SIMILAR AL SARS Y AL MERS
A finales de abril, un grupo de médicos italianos publicó la preimpresión de un estudio en el que exponían los resultados preliminares de 38 autopsias a fallecidos por la COVID-19 que se habían llevado a cabo “en salas de aislamiento para infecciones que se transmiten por el aire utilizando los Equipos de Protección Individual (EPI) adecuados».
El artículo, cuya versión definitiva se publicó en la revista médica británica The Lancet el 8 junio, analiza el resultado de autopsias realizadas en dos centros médicos del norte de Italia a pacientes que murieron por COVID-19 del 29 de febrero al 24 de marzo y encuentra muchas similitudes entre la presentación clínica de la infección por SARS-Cov2 y las de los síndromes respiratorios SARS y MERS.
“El patrón predominante de lesiones pulmonares en pacientes con COVID-19 es el daño alveolar difuso, como se presenta en pacientes infectados con el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS) y el coronavirus del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS)», concluye el estudio.
Los resultados de este artículo médico coinciden por tanto con otras evidencias de que la COVID-19 no ha sido originada por una bacteria, sino por un coronavirus que presenta similitudes con los del SARS y el MERS.
En cuanto a la tesis, contenida también en estos mensajes difundidos en redes, de que la COVID-19 no consiste en una enfermedad respiratoria, sino en una trombosis, lo cierto es que este tipo de coagulaciones de la sangre pueden ser consecuencia del coronavirus en fases avanzadas, pero la primera manifestación suele ser la neumonía.
En la COVID-19, «con todo lo que provoca», algunos de los pacientes desarrollan una trombosis, «pero no es la causa», explicaba a EFE en junio el presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), Ángel Cequier, antes de puntualizar: «Al contrario, es la consecuencia final de situaciones que colocan al organismo en un escenario tremendamente complejo».