Tal vez cansado de que cada vez que informa de una situación basándose en los hechos, sus conocimientos y los datos, su jefe el Presidente lo deje como lazo de cochino y lo deje en ridículo contradiciéndolo, el secretario de Hacienda haya recurrido a la vieja sabiduría y al aforismo aquel de que si no puedes con el enemigo mejor únetele, de tal manera que, luego de que hace unos días pintara una situación catastrófica para nuestro país, ahora presentó ante el Congreso una propuesta de presupuesto que en el mejor de los casos parece fantasiosa, además de irresponsable.
Tal como lo hizo en su día López-Gatell, que entendió que al Presidente hay que darle por su lado y que ellos están allí, en el Gabinete Presidencial, no para hablar de la realidad o proponer soluciones, sino para quedar bien con su jefe y de paso hacer política, el titular de Hacienda entendió cuánto de verdad tiene aquello que dijo T.S. Eliot de que la humanidad soporta muy poca realidad, que los mexicanos menos que eso y que al mandatario de plano lo que del mundo no le gusta lo pasa por el crisol de la imaginación, para que así éste se acomode a sus esquemas mentales.
Ya están los analistas haciendo el desglose de los puntos que integran la propuesta presupuestaria y de sus muchas incongruencias, de las dependencias premiadas, las castigadas, las metas que se pueden cumplir y aquellas quimeras que abundan en el documento entregado anteayer por el responsable de las finanzas públicas del país, aunque ya de entrada llaman la atención varias de sus inconsistencias y peculiaridades, como la de seguir inyectando recursos de la hacienda pública a la que es la súper secretaría del organigrama federal, la SEDENA.
Presas de las obsesiones del inquilino del Palacio Nacional, los que intentan darle racionalidad a esta peculiar manera de llevar las riendas de un país complejo con simplezas, ya no se asombran del despropósito de seguir inyectando recursos a ese barril sin fondo que es la paraestatal Petróleos Mexicanos, al que se le asigna un presupuesto histórico, en una jugada de doble vía que consiste en volver a petrolizar la economía nacional, pero con la intención manifiesta de buscar limitar la exportación de hidrocarburos y lograr esa pretendida como utópica autosuficiencia en materia de carburantes, que adelantaba hace días el propio Presidente.
Por lo pronto, cuando se reportan ya pérdidas de 606 mil millones de pesos a PEMEX, el nuevo paquete económico le destina 554 millones, estimando que el precio promedio del barril de petróleo para el año entrante será, así porque a alguien se le ocurrió que el optimismo sirve de algo, a 42.1 dólares, 8 dólares por encima de su mejor cotización de este año, amén de una paridad de 22.1 pesos por dólar y, ya encarrerados en sacarle lustre y jugo a la bola de cristal, una inflación del 3 por ciento, cuando este año el INEGI acaba de reportar que este indicador ya se ubica encima de los 4 puntos porcentuales y supera ya las previsiones de la SHyCP.
Respecto al estado de nuestra economía al finalizar el año, el secretario Herrera ya ubicó la caída del PIB en 8 por ciento para todo el 2021, que es el escenario más optimista en donde muchos hablan de una bajada que va del 10 al 12 por ciento, aunque donde ya las previsiones pierden piso es en el estimado de que la economía mexicana crecerá 4.6 por ciento el año entrante.
Y mientras los analistas señalan la imposibilidad de que se cubran esas previsiones, pues fueron elaboradas sin ningún sustento en la realidad, el Presidente ya dijo que esos datos sí que le cuadran, lo que al parecer dejó satisfecho al secretario, que ahora sí pudo superar una comparecencia pública sin tener que soportar otro desmentido.