México, 10 sep (EFE)- La crisis por COVID-19 ha generado una presión extra a los hogares con niños, en especial aquellos de más bajos recursos, agudizando las brechas ya existentes en cuestiones de salud, educación y pobreza, según datos de una encuesta presentada este jueves por Unicef.
Tras la presentación de la Encuesta de Seguimiento de los Efectos de la COVID-19 en el Bienestar de las Niñas, Niños y Adolescentes (Encovid19), Catalina Gómez, jefa de Política Social de Unicef México, dijo a Efe que los datos de este documento son «relevantes» porque visibilizan los efectos de la pandemia en las familias con niños en México, país que suma más de 647.000 casos y casi 70.000 muertos.
Apuntó, que las familias se sienten más presionadas debido a la menor cantidad de recursos que perciben debido a la pandemia, lo que incide en que exista una menor seguridad alimentaria y mayor estrés.
De acuerdo con la encuesta, en junio de 2020 y a causa de la pandemia, 10 % de los hogares con niños y adolescentes reportó que alguien de su familia perdió el empleo.
Además, el 32,2 % de hogares con niños informó de una caída en sus ingresos durante la cuarentena, mientras para los hogares sin menores, fue de 21,9 %.
Esto, de acuerdo con Gómez, incide en que se profundicen las brechas que de por sí ya existían previo a la aparición de la pandemia.
CONSECUENCIAS DE LA PANDEMIA
Gómez detalló que la baja en el ingreso familiar va a recrudecer la inseguridad alimentaria, es decir, la capacidad que tienen las personas de acceder a alimentos saludables y, con ello, se elevarán los índices de obesidad y desnutrición.
La encuesta estima que existe un deterioro en la calidad de la alimentación que puede llevar a una reversión en la disminución casi sostenida de la desnutrición crónica «que habíamos logrado en los últimos 30 años», dijo durante la presentación Juan Rivera, director del Instituto Nacional de Salud Pública.
Dijo que la desnutrición puede aumentar en los niños menores de 5 años «con efectos de largo plazo en el desarrollo de capacidades y la salud a lo largo de su vida».
Esto, además, podría llevar a desarrollar estrés y depresión, lo que incidirá directamente en la generación de violencia. «La idea es no llegar a esos extremos, pero la problemática está aumentando», afirmó.
Además, la pandemia ha elevado las cifras del trabajo infantil de niños de entre 0 y 14 años, el cual además se ha dado en condiciones inadecuadas.
Otras consecuencias son la deserción y el abandono escolar de niños y adolescentes lo cual, dijo Gómez, es preocupante sobre todo en la educación media superior donde parece que está ocurriendo más.
El desafío, aseguró, es el aprendizaje en casa pues se estima que uno de cada seis niños de bajos recursos económicos no siguió el inicio de clases a distancia, «lo cual hará más grandes la brechas» en educación.
Al respecto, Graciela Teruel, directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, el cual realizó la encuesta, dijo que el acceso a la tecnología tiene «diferencias dramáticas» por estrato socioeconómico y la pandemia está exacerbando las desigualdades que ya existían desde antes.
ATENDER PRIORIDADES
Los datos del informe, afirmó Catalina Gómez, pueden ser un instrumento que ayude en la toma de decisiones.
Sin embargo, indicó que se deben atender algunas prioridades porque «urge visibilizar y poner freno a los efectos de la pandemia».
Entre los rubros prioritarios están que los programas sociales que deben ser más amplios y con mayores apoyos, pues ante la pandemia el monto de los mismos es «insuficiente».
Refirió que estos programas deben ayudar a que las familias puedan cubrir sus necesidades básicas, al menos mientras dura la pandemia.
«Las niñas, niños y adolescentes necesitan garantía integral de sus derechos, esta pandemia les ha afectado en aspectos como el aumento del trabajo infantil, la deserción escolar, el incremento de violencias, la calidad de su salud y una mayor pobreza, y hay que ayudarlos», concluyó.