De manera atípica la noche del martes se celebrará en todos los rumbos del país el Grito de Independencia, para dar paso a la efeméride del inicio de la gesta insurgente, que inició justamente un 16 de septiembre de hace 210 años, ahora con los héroes patrios que fueron rescatados de su petrificación nada más para traerlos al presente para poner en su boca cosas que no dijeron, como el caso de la confusión entre Morelos y Guerrero, o para señalarlos de improbables casos de corrupción, como pasó con doña Leona Vicario, según la esposa del presidente.
Las circunstancias que impone la pandemia evitarán que la celebración, justificada o no, sea como la de los años precedentes, por no hablar del fallido boato que pretendió darle a estos festejos Felipe Calderón, a quien tocó el turno de organizar las fiestas del Bicentenario, de tal manera que entre cierres y prohibiciones, amén de festejos virtuales o de aforo restringido tendremos un 15 y 16 de septiembre excepcionales.
Para el caso de Aguascalientes, y luego de que crece la versión de que los datos oficiales sobre el avance de la pandemia se ofrecen con un retraso de dos semanas, todo para en su día justificar la errada celebración de la Ruta del Vino, la Ley Seca que comenzará a estar vigente la madrugada de mañana y durante el resto de la semana impedirá a los restauranteros y dueños de bares y antros organizar nada, pues ante la imposibilidad de vender bebidas alcohólicas muchos preferirán mantener sus puertas cerradas.
Quienes quieran festejar en sus domicilios hacen ahora compras de pánico para acopiar cuantas bebidas con alcohol puedan comprar, aunque de cualquier manera lo que tendremos es un festejo del 15 deslucido y uno para el 16 que se limitará a la jornada de descanso marcada por el calendario de festividades oficiales, aunque los habrá que aprovecharán el fin de semana largo para ausentarse de esta ciudad en viajes, no muchos, que comenzaron ayer.
Respecto al ánimo festivo que se supone que nos llena a los mexicanos, en distintas intensidades, habrá que consignar que no es que estemos en la mejor situación para que la palabra México, la idea de México, de nuestro país, nos llene de ánimos festivos, pues los problemas que hace un año ya eran graves, como la violencia y la mala marcha de la economía no han hecho sino agravarse, en parte por la irrupción de la pandemia de Covid-19 y en parte por la pésima gestión de estos asuntos que nos afectan a todos por parte del Gobierno Federal, el concurso de las autoridades locales y también, hay que decirlo, por la irresponsabilidad de tantos.
Sobre el estado de la pandemia, que para algunos expertos como el ex-secretario de Salud, Salomón Chertorivski son el doble de malas que los números que ofrece López-Gatell, las cifras oficiales hasta ayer nos hablaban de ya más de 650 mil contagiados y ya de 70 mil muertos, nada menos que 10 mil más que las del ‘escenario catastrófico’ del subsecretario de todas nuestras pesadillas.
Pero de fondo el asunto más preocupante respecto a nuestro país es la manera en que ha sido efectivo el esfuerzo permanente del mandatario de dividir al país, el de polarizar las posiciones y el de llevar a sus extremos más demenciales el reclamo a los ciudadanos de estar con o contra él, pues lo cierto es que llegamos a los festejos del inicio de la gesta que nos dio la libertad partidos en dos bandos, rotos los puentes de entendimiento, cada grupo en una posición tan opuesta a la otra, como irreconciliables ambas.
No sabemos si era parte de los 100 compromisos del presidente, pero de la efectividad de su discurso y de su esfuerzo por sembrar la discordia ya no podemos dudar ni un ápice, desafortunadamente para todos, pues no hay nada qué festejar con un país partido en dos mitades.