Puebla (México), 25 sep (EFE).- Con amor, cuidados, respeto y libertad terminarán sus días 88 caballos que fueron rescatados de una vida de maltrato y explotación por la asociación Cuacolandia, que funciona en el central estado mexicano de Puebla.
La asociación tiene como meta rescatar, rehabilitar e integrar a los equinos que pasaron buena parte de su vida tirando de carrozas turísticas y de trabajo o que pasaron años en carreras clandestinas o fueron usados para carga o transporte en condiciones precarias.
Desde hace un año esta asociación recibe cuadrúpedos decomisados por la autoridad federal a sus dueños al considerar que eran objeto de maltrato, sometidos a largas jornadas de trabajo de más de 10 horas continúas y que en muchas ocasiones eran alimentados con basura.
Elena Larrea, Fundadora de Cuacolandia, compartió con Efe la necesidad de tener abiertos espacios para rescatar a todas las especies animales maltratadas, debido a que aún el humano los sigue viendo cómo objetos que pueden resolver sus necesidades o para ganar dinero, sin importar si el animal sufre o no.
Este proyecto tiene tres años aunque solo fue implementado hace uno con la idea de que cada caballo viva con dignidad los años que le queden, ya que algunos llegan al refugio en edades avanzadas y lo único que conocen es el trabajo o la ciudad, explicó.
Reveló que el primer paso y el más importante es que sean resguardados por la autoridad porque ellos cómo asociación civil no cuentan con la facultad de hacerlo.
Posteriormente, se notifica a todos cuantos puedan involucrarse en su cuidado a fin de que se analicen las necesidades del equino y ver cuál es el programa de ayuda que necesita.
LA VIDA EN EL REFUGIO
Una vez que es aceptado, el caballo tiene que pasar por un periodo de cuarentena en el cual se revisa tanto su comportamiento como el tipo de heridas y el grado de desnutrición que presenta a fin de comenzar a rehabilitarlos.
Con el paso de los días, ya bajo la protección de Cuacolandia, los equinos comienzan a sentir «la vida salvaje», es decir a conocer el pasto para aprender a alimentarse por sí solos así como a convivir con otros caballos.
«Pasan por un período de cuarentena cuando recién llegan los caballos», señala la fundadora al explicar que lo primero es observar ciertos requerimientos para ver que no tengan algo que pueda contagiar a otros equinos.
«Muchos de ellos no están acostumbrados al pasto, ni a la libertad, ni siquiera han probado una zanahoria en su vida, les dan de comer plástico y basura en la calle, entonces, obviamente si les das pasto y forraje no saben bien que es», explicó.
La fundadora aseguró que por ello al llegar se les coloca en las caballerizas porque muchos no entienden el concepto del espacio, debido a que si lo sueltas en un espacio libre, no sabe qué hacer».
De los 88 caballos que están en el refugio, se encuentran 42 que fueron rescatados de las calandrias del balneario mexicano de Acapulco, como se conoce a los carruajes decorados con globos y luces que transportaban turistas por la orilla de la playa.
Estos caballos eran expuestos al rayo del sol, con jornadas de más de 20 horas y tenían que aguantar los maltratos de las personas ebrias, comentó
Indicó que la mayoría de los ejemplares llegan con heridas expuestas en las zonas donde les eran colocados los cinchos, el freno -cara- o montaduras, así como las patas, las cuales en su mayoría van rotas, las cuales en algunos casos llegan a la cirugía.
«Así como se les da tratamiento dental y nutrición, por tanto se llega a invertir hasta 150.000 pesos (alrededor de 6.802 dólares) por cada uno.
La fundadora de Cuacolandia dijo que la poca conciencia de las personas hace que sea escasa la ayuda, en especia o económica, para mantener esta asociación y con ello el cumplimiento de su meta de llegar a los 300 caballos rescatados.
Aseguró que si no se incrementan los recursos solo se podrá darle a unos cien equinos una calidad de vida adecuada, es decir que sólo podrían recibir a 12 más para alcanzar el cupo máximo.