Valencia (España), 3 oct (EFE).- El ingeniero mexicano de sonido Pablo Munguía, reconocido con su séptimo premio Emmy por su trabajo en la última ceremonia de los Oscar, cree que la pandemia quiebra el modelo actual de la industria musical, pero abre una ventana para artistas y técnicos que siempre estuvieron fuera de esa gran estructura de negocio.
Munguía reside desde 2016 en la ciudad española de Valencia (este), donde dirige el máster de producción musical, tecnología e innovación del campus Berklee College of Music, y cuenta en su trayectoria profesional con 24 nominaciones a los Emmy.
En una conversación con Efe, habla del presente y del futuro de la industria musical y ve con esperanza el surgimiento de nuevos modelos que podrían poner en su lugar a los artistas y técnicos, los «grandes maltratados» económicamente de la industria, con iniciativas como el «blockchain», en las que el público paga directamente al artista por el uso de su música, o que el consumidor lo valore pagando por verlo en internet.
OPORTUNIDAD PARA ARTISTAS Y TÉCNICOS
Gran defensor de las nuevas tecnologías, considera que la digitalización ha permitido superar las limitaciones de las antiguas cintas de audio.
Pero lamenta que las redes sociales y las nuevas plataformas de «streaming», que parecía que permitirían al músico llegar directamente al gran público, no han conseguido romper el poder de la gran industria.
Los artistas y los técnicos continúan siendo «los grandes maltratados» del negocio y los peor remunerados, asevera.
A su juicio, la pandemia de coronavirus está rompiendo la estructura de la industria musical, muy enfocada al consumo de conciertos en directo.
«Existe la posibilidad de que el modelo quiebre», avisa, pero para los músicos que se encuentran fuera de esa estructura puede ser «una gran oportunidad».
«Ahora habrá que ver qué estructuras se logran», señala, y pone como ejemplo el éxito de los conciertos de los artistas en directo desde sus casas durante el confinamiento, que pueden llevar a «nuevos modelos de consumo».
«Hay patas que no se van a poder mover tan fácilmente, pero si el público se acostumbra a pagar por las interpretaciones de sus artistas -también virtuales- se podría establecer una nueva fórmula» que beneficie que los beneficie, también a sus músicos y equipo técnico, plantea.
AUTODIDACTA
El primer contacto de Munguía con la música «empezó y terminó» a los 5 años, cuando su padre se empeñó en que tenía que estudiar piano. Su profesora, la prestigiosa mexicana Guadalupe Parrondo, cosideró que no tenía talento ni interés ni inclinación por la música.
Una década después, con 15, volvió a «tocar las teclas» y a tratar de encontrar melodías, a componer con bandas y grupos en Ciudad de México como pianista y batería, todo de forma autodidacta.
Munguía estudió Ciencia e Ingeniería de materiales en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (EEUU), fue científico investigador en IBM y fabricó el primer diodo emisor de luz del mundo en el rango visible.
Recuerda que, durante sus estudios de doctorado en Texas (EEUU), tuvo la necesidad de buscar una materia que realmente le apasionara y la encontró en su afición por la música con las bandas con las que tocaba cuando volvía de vacaciones a la capital mexicana.
Así que acabó la tesis e inició los estudios de producción musical e ingeniería de sonido en la Berklee de Boston y se trasladó después a Los Ángeles, una de las grandes cunas de la industria musical en Estados Unidos. Sus primeros pasos fueron de becario remunerado en el estudio de grabación Westlake, donde Michael Jackson grabó los discos «Thriller», «Off the wall» y «Bad».
«Llevaba cafés, refrescos -cuenta-, aspiraba los estudios por la noche y limpiaba los baños, pero estaba en el lugar para el momento en el que saliera una oportunidad», recuerda, y así sucedió. Un ingeniero falló un día y necesitaban a alguien que controlara la consola de sonido; se ofreció, realizó la sesión con éxito y pasó a ser «el asistente del ayudante». Ya había subido un escalón.
En una sesión con el productor y compositor Quincy Jones, el ingeniero tenía problemas porque los músicos le pedían que empezara a grabar en un determinado acorde, pero éste no sabía interpretar la partitura. «Le pedí a Quincy Jones que me la prestara, le di las indicaciones al ingeniero y salió», recuerda.
Tras esta anécdota llegarían más oportunidades y relaciones profesionales que lo llevaron a participar en la organización de la ceremonia de entrega de los Oscar; de allí pasó a la televisión y a una carrera meteórica hasta trabajar con los equipos de producción de los Grammy, el intermedio de la Superbowl, los American Music Awards y los Billboard Music Awards.
Como productor, con la empresa Maraka Music, este ingeniero de 51 años ha trabajado para una larga lista de artistas entre los que figuran Celine Dion, Barbara Streisand, Cher, Justin Timberlake, Britney Spears, Madonna, Robbie Williams o Alicia Keys.
El secreto del éxito está, como en todo, «en hacer cosas que realmente te emocionen», apostilla.