México.- La ocupación de una sede de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en Ciudad de México cumple este domingo un mes y las activistas y familiares de víctimas de violencia machista o feminicidio que están en el lugar no prevén abandonar las instalaciones pues, dijeron a Efe, están logrando sus objetivos.
Las autoridades «van a buscar intercambios y concesiones siempre, pero las instalaciones no van a ser entregadas, nos vamos a quedar aquí», expresó una activista del Bloque negro, grupo feminista que tiene tomado el edificio, ubicado en el Centro Histórico de la capital mexicana.
Con ella coincidió una de sus compañeras, quien aseguró que está dispuesta «a correr el riesgo de que la maten», pero no se va a ir del lugar. «Vale la pena, la verdad es que es lo mejor que me ha podido pasar», afirmó.
JUSTICIA POR FEMINICIDIOS
La ocupación del edificio comenzó a principios de septiembre para exigir justicia frente a los crímenes contra mujeres y fue criticada por el presidente del país, Andrés Manuel López Obrador.
México registró el año pasado 34.608 homicidios dolosos y 1.012 feminicidios, los datos más elevados desde que hay registros, y cada día son asesinadas 10 mujeres en el país.
A pesar de disputas internas y el abandono de la ocupación por parte de una de las líderes, Yesenia Zamudio -cuya hija fue asesinada en 2016-, el edificio continúa tomado.
Con danza, música y espectáculos con fuego, las mujeres celebraron el sábado su primer mes viviendo en la sede de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y sacaron a la calle los festejos para que cualquier persona pudiese celebrar con ellas.
Para muchas, todavía es difícil asumir que la toma es una realidad y que ya ha pasado un mes desde que un grupo pequeño de mujeres logró entrar en la instalaciones de la CNDH.
«Hay veces que me asomo al balcón y pienso en qué honor tengo de pertenecer a esto porque es histórico. (…) Yo veo a la gente que no sabe que estoy aquí y me lo platican y me doy cuenta de la magnitud de lo que estamos haciendo», explicó una de las activistas.
Las mujeres concuerdan en que, más allá del simbolismo que implica la toma, están logrando sus propósitos. El más importante: lograr funcionar como un refugio de paso y dar asesoría a las mujeres que lo necesiten para remitirlas al especialista pertinente.
«Esa es la idea, ayudar a víctimas, y la verdad es que sí está funcionando, está increíble. Además la gran mayoría no nos conocíamos y se está formando un grupo hermoso», añadieron.
SOLIDARIDAD DE VECINOS
Una residente que se asoma a su ventana y coloca un pañuelo morado cada vez que las mujeres suben a la azotea del lugar y una señora que vende cigarrillos en la zona y les cocina casi a diario son solo dos muestras de que, además, cuentan con el apoyo de los vecinos, según relataron.
Y esto ha influido en que la Policía no haya hecho intentos de desalojo aunque sí ronden por la zona continuamente. Y lo mismo con las autoridades, a las que les piden simplemente que las dejen hacer su labor sin intentar acercar posiciones.
Además de funcionar como refugio, las instalaciones acogen cursos y también recogida de ropa y alimentos para quienes lo necesiten.
Una de las beneficiadas es una mujer de 78 años, quien además de despensa recibe también asesoramiento con respecto a un vecino que la acosa e incluso llegó a pegarle en varias ocasiones.
La mujer consideró que las activistas que tomaron la CNDH «son unas personas muy humanas y muy conscientes y están ayudando a mucha gente».
Sin embargo, la información vertida de que la empresa de facturas GINgroup es financiadora de la toma ha afectado al movimiento, con el que la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, no concuerda.
Esa misma postura mantuvo el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, del mismo partido que Sheinbaum, al advertir que el movimiento feminista tiene «infiltrados» elementos de la oposición que azuzan la violencia para desestabilizar al Gobierno.
Por ahora, las mujeres presentes en el edificio no tienen voluntad de negociar con las autoridades y celebraron el primer mes con cánticos de esperanza y de lucha.