México, 6 oct (EFE).- Como una bomba de relojería a punto de explosión, las mujeres de México muestran su hartazgo estos días entre protestas contra el aborto, ocupaciones de sedes de Derechos Humanos y en redes sociales. ¿El caldo de cultivo? Cuerpos de menores de edad hallados en bolsas, jóvenes descuartizadas, miles de desapariciones, la escalofriante cifra de diez mujeres asesinadas al día y una deuda histórica con su seguridad.
La ocupación de las instalaciones de una de las sedes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) desde el pasado 4 de septiembre es solamente el cobro de una mínima parte de todo el daño y dolor que llevan dentro muchas mujeres mexicanas, explicaron este mares a Efe integrantes del Bloque Negro.
Este grupo de feministas se atrinchera tras las puertas de este edificio ubicado en el centro histórico de la capital, hoy convertido en un oasis de lucha en el desierto de impunidad e injusticia que les representa México.
«Cuando piensas que ya escuchaste un caso de la chingada escuchas otro peor. Yo no puedo quedarme con los brazos cruzados y decir ‘qué feo’. Para mí no hay otra opción más que esta», dijo una de las mujeres que participa en la toma del edificio de la CNDH, que prefirió mantener el anonimato.
La ocupación llega en un momento de máximo hartazgo debido a, según expertas, fallas estructurales que no están siendo atajadas, sumado a un aumento en las cifras de feminicidios y violencia contra las mujeres, además del alto índice de impunidad que permite que agresores y asesinos sigan en las calles a pesar de estar ubicados y reconocidos por familias de víctimas.
La investigadora y activista, además de creadora del Mapa de Feminicidio en México, María Salguero, consideró que, a pesar de que la violencia siempre había sido una de las grandes contiendas del país, las cifras nunca habían sido tan alarmantes.
Según los datos de sus investigaciones, en México fueron asesinadas 2.551 mujeres de enero a julio de 2020.
Oficialmente, en 2019 hubo cerca de 1.000 feminicidios, asesinatos por razón de género. Y de enero a agosto, la cifra es de 645, por lo que se podría batir este año el fatídico registro.
ESPIRAL DE VIOLENCIA QUE NO CESA
Ya en la década de 1990 varias investigadoras y activistas mexicanas expusieron la lacra de la violencia de género en México con los asesinatos de mujeres jóvenes en la fronteriza Ciudad Juárez, en el norte del país.
En ese momento, se hablaba de la pasividad de las autoridades tanto locales como nacionales y desde entonces, la espiral de violencia contra las mujeres no ha hecho más que crecer.
La antropóloga mexicana Marta Lamas culpó en entrevista con Efe al neoliberalismo y a la desatención de las autoridades como causantes de la consolidación de la violencia sistémica.
«Las autoridades no son responsables de feminicidios, pero sí son responsables de la manera en que se mal investigan, de la indolencia del personal o de la incompetencia de muchos funcionarios. Esa situación que ha ido ‘in crescendo’ ha llevado a una explosión de rabia legítima, furia y hartazgo». consideró.
Desde agosto de 2019 se dieron varias marchas en la capital con destrozos en mobiliario urbano y monumentos, algo que generó cierta división por considerar, algunos sectores políticos y de la población, que la violencia no era el camino para lograr la igualdad de género o la justicia.
Sin embargo, no fue hasta el pasado 27 de septiembre – en el Día de Acción Global por un aborto legal y seguro- que hubo enfrentamientos grupales y directos entre policía y manifestantes.
El domingo 27, centenares de policías, en su gran mayoría mujeres, rodearon a un grupo de feministas durante la marcha a favor de la legalización del aborto en todo el país y se dieron enfrentamientos que terminaron en golpes e incluso muchas de las presentes aseguraron haber sido rociadas con gas lacrimógeno, algo que las autoridades negaron.
EL CAMINO A SEGUIR
«Cada vez hay más chicas vestidas de negro en las marchas, están reaccionando porque en este país a veces las cosas pacíficamente no se dan», dijo a Efe otra de las mujeres que participa en la ocupación de la CNDH.
Algunas de las mujeres del Bloque Negro consideraron que la acción de la policía ese día fue un toque de atención dirigido a las que tomaron la CNDH.
Aunque la jefa de Gobierno de la capital mexicana, Claudia Sheinbaum, alegó que se trató de contener a la marcha para evitar que llegaran a la céntrica plaza del Zócal, porque ahí se encontraba un campamento del movimiento ultraconservador Frente Nacional Anti Andrés Manuel López Obrador (Frena).
Lamas, por su parte, consideró que se siente un poco «esquizofrénica» porque por un lado está «encantada» de ver a las feministas jóvenes movilizándose pero por otra parte se siente «preocupada por el nivel de violencia y la intransigencia de algunos grupos».
Y es que el Bloque Negro no quiere negociar ni busca acercamiento con las autoridades. De hecho, hace dos semanas la activista y madre de una víctima de feminicidio Yesenia Zamudio decidió abandonar las instalaciones junto a otros familiares por desacuerdos con el resto de compañeras de la okupa.
«Hay grupos que trabajan para el Gobierno que se dedicaban a desintegrar organizaciones pero las tenemos ubicadas. Son pseudoactivistas, y madres y familiares hicimos una red en todo el país sin necesidad de tener a activistas que son famosas pero famosas por lucrar», contó a Efe la activista del grupo Ni Una Menos.
En relación a eso, Sheibaum señaló el 28 de septiembre a la empresa de facturas GINgroup como financiadora de la toma, acusando así a las participantes de tener intereses políticos.
Sin embargo, para las feministas, el edificio se ha vuelto un lugar de calma y seguridad -a pesar de estar recibiendo visitas policiales a lo lejos regularmente- y en él ya están varias familias acogidas, por lo que no pretenden ni abandonar las instalaciones ni acercarse a las autoridades.
«Van a buscar intercambios y negociaciones pero las instalaciones de la exCNDH no van a ser entregadas», explicó una de las mujeres del Bloque Negro, quienes rechazan el diálogo a diferencia de otros grupos como Ni Una Menos.
Aún así, tanto Zamudio como el Bloque Negro, Lamas y Salguero, coinciden en que es urgente que las autoridades reconozcan que se acosan, violan, coartan, manipulan y matan mujeres en México, para hacer posible la posterior actuación.
Pero difieren entre ellas en cuáles son los métodos a seguir para lograr que la alarmante cifra de 1.012 feminicidios en 2019 se reduzca, así como la efectividad de las políticas del Gobierno de López Obrador, muy criticado por varios colectivos por afirmaciones como que el movimiento feminista es conservador.