Unos 180 ejecutivos de dos compañías chinas involucradas en el desarrollo de las posibles vacunas contra la COVID-19 del país asiático probaron los antígenos antes de aprobarse los ensayos clínicos en humanos para “predicar con el ejemplo”, informa hoy el diario hongkonés South China Morning Post.
El vicepresidente del Grupo Nacional de Biotecnología de China (CNBG, filial de la farmacéutica estatal Sinopharm), Zhang Yuntao, indicó en declaraciones citadas por ese rotativo: “Tenemos mucha confianza en nuestras vacunas. Estamos a cargo de su desarrollo y tenemos que predicar con el ejemplo, así que probamos las vacunas en nuestros propios cuerpos”.
Esta decisión se tomó en marzo, días antes de que las autoridades del país autorizasen las pruebas clínicas en humanos de las vacunas de ambas compañías, a pesar de que los protocolos farmacéuticos modernos tilden de poco ético que una empresa pruebe sus medicamentos en sus empleados.
Las pruebas incluyeron al presidente de Sinopharm, Liu Jingzhen, y al de CNBG, Yang Xiaoming, así como a Zhang.
El número dos de la empresa explicó que no se ha podido comprobar directamente la efectividad de la vacuna -en China la epidemia está bajo control, a juzgar por la relajación de medidas preventivas y las cifras oficiales- pero que sí han participado en comparaciones de niveles de anticuerpos con pacientes recuperados de la COVID-19.
«Los niveles de anticuerpos son más altos (con la vacuna), y su duración también», indicó Zhang, que recordó cómo se le puso «el brazo azul» debido a los múltiples análisis de sangre a los que se sometió.
DUDAS SOBRE LAS VACUNAS INACTIVADAS CHINAS
El directivo de CNBG subrayó que será necesario continuar con las pruebas y controlando los datos de los experimentos antes de que su uso generalizado se apruebe, e incluso después de eso será necesario un “control continuo”.
Las dos vacunas de CNBG se basan en versiones desactivadas del virus, una técnica tradicional que emplean muy pocas de las cerca de 200 candidatas a nivel mundial -de las que once se encuentran en la tercera y última fase de pruebas clínicas-, por lo que ha recibido algunas críticas en el extranjero.
El científico jefe del programa estadounidense para hallar la vacuna, Moncef Slaoui, apuntó el mes pasado en declaraciones a la revista Science que desarrollar este tipo de vacunas “no es una buena idea”, recordando cómo en los 60 se reforzó una enfermedad respiratoria tras haber administrado antígenos de este tipo y advirtiendo de que desactivar grandes cantidades de partículas víricas supone un riesgo de seguridad.
Las vacunas de CNBG se han administrado a unas 350.000 personas en China como parte de un programa de uso de emergencias, y la compañía asegura que los resultados han sido satisfactorios, sin efectos secundarios graves.
De hecho, Zhang aseguró recientemente que “está siendo muy difícil desarrollar las vacunas, tomando todos los riesgos y resistiendo los ataques y difamaciones de Estados Unidos”, y reiteró su oferta de cooperar a nivel internacional para desarrollar un remedio contra la pandemia.