Oviedo (España), 15 oct (EFE).- La pandemia del coronavirus y el confinamiento puso de manifiesto que sin cultura «es difícil vivir», según las responsables del Hay Festival, el certamen literario distinguido con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2020 junto a la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara (México).
Así lo han asegurado hoy en rueda de prensa las directoras para Latinoamérica y España del certamen literario nacido hace 33 años en Gales Hay Festival para Latinoamérica, Cristina Fuentes y María Sheila Cremaschi, la víspera de recibir el galardón de manos del rey de España Felipe VIen un acto que se celebrará en la ciudad de Oviedo (norte de España).
La pandemia, que ha condicionado la 40 edición de los Premios Princesa y el desarrollo del Hay Festival en sus sedes de Europa, Latinoamérica y Oriente Medio sirvió a los organizadores del certamen para constatar que, pese a reducir aforos o recurrir a la vía telemática, «era importante poner en marcha un proceso de recuperación de una nueva normalidad».
«He estado encerrada y he comprobado que, sin salir tanto, sin ir a cenar, puedo vivir, pero no sin lectura, sin música, sin buenas series. Sin cultura es difícil vivir y es algo de los que nos hemos dado cuenta en esta pandemia», ha subrayado Cremaschi.
Para Fuentes, aunque costó recabar los apoyos necesarios para poner en marcha festivales como los de Querétaro (México) y Arequipa (Perú) o el certamen primigenio de Gales, al final resultó emocionante ver cómo funcionaba un modelo híbrido entre la asistencia presencial de público y el seguimiento de las actividades a través de internet.
No obstante, ha advertido, a largo plazo es problemático mantenerse únicamente en ese modelo dado que, sin renunciar a las emisiones en directo a través de la red informática, la celebración presencial tiene «algo mágico» que remite a un aspecto intrínseco del ser humano como es la necesidad de reunirse para contar historias, para escuchar a escritores y para conversar.
Además, ha apuntado, desde el punto de vista económico es difícil mantener iniciativas como el Hay Festival basadas exclusivamente en un modelo digital -«hemos aprendido cosas que no sabíamos que íbamos a aprender»- aunque ambos sistemas deben coexistir «porque es interesante llegar a gente que no puede ir a Segovia o a Querétaro».
Se trata, ha apuntado Fuentes, de juntar formatos inclusivos para todos los públicos dado que, para acudir al Hay Festival, «sólo hace falta tener curiosidad» para escuchar a autores que no hablan únicamente «de su libro» sino del mundo que les rodea y que permite mezclar la gran literatura con otros aspectos más populares de la cultura, «un modelo fresco, sin grandes presentaciones ni protocolos en el que la conversación se convierte en espectáculo».
Defensoras de las pequeñas librerías -«las que aconsejan, las que hay que cuidar como un objeto que necesita protección»- y en las que, por ejemplo, se apoyaron para la última edición en Segovia ante la necesidad de evitar aglomeraciones en las firmas de autores de éxito, las responsables del Hay Festival ven en el Premio Princesa «un regalo del cielo».
«Con la concesión de este premio, tan importante como el Nobel, se movió una energía universal. Recibimos mensajes de la India, de China, de colegas directores de otros festivales que nos escribieron para felicitarnos porque sentían que se había premiado al sector», ha apuntado Cremaschi.