«Si hago lo que me pides no me respetarás mañana». Esas dramáticas palabras le dijo la linda Susiflor a Libidiano, lascivo galán. Contestó él: «Todo depende de cómo lo hagas». Doña Macalota le preguntó, solemne, a su marido: «¿Me amarás cuando tenga el cabello blanco?». Repuso don Chinguetas: «No veo por qué no. Te he amado a lo largo de otros 24 tintes». Dos amigos iban a emprender una caminata por un espeso bosque inexplorado. Dijo uno: «Llevaré una brújula y un mapa, por si nos perdemos». El otro declaró: «Para ese efecto yo llevaré una paellera». «¿Una paellera?» -se sorprendió el primero. «Así es -confirmó el otro-. Si nos perdemos me pondré a hacer una paella. En ese mismo instante llegarán cien cabrones a decirme que así no se hace la paella». Los actos habidos en 10 estados de la República para protestar contra las políticas de López Obrador son motivo a la vez de inquietud y de esperanza. Inquietud, por la respuesta que tales manifestaciones podrán tener por parte de AMLO, cuyo carácter vindicativo se conoce ya; esperanza, porque esa protesta de los gobernadores, a la que se unieron representaciones numerosas de la sociedad civil, habla de una actitud vigilante que servirá quizá para limitar el poder absoluto que el Presidente está ejerciendo. En efecto, López Obrador ha desvirtuado a las instituciones cuya autonomía e independencia son necesarias para el mantenimiento de una república libre y democrática. La Suprema Corte y el Trife son los más lamentables ejemplos de tal rendimiento. Eso le ha permitido al Presidente imponer sin cortapisas su voluntad. Las palabras que dijo a ese respecto Miguel Riquelme, gobernador de Coahuila, son evidencia del malestar que priva entre los gobernantes de la tercera parte de las entidades del país ante las acciones arbitrarias de López Obrador: «Señor Presidente: No son los conservadores ni los neoliberales los que usted asume que gritan en cada entidad federativa: en Coahuila somos todos, con unidad y respeto». Habló de la cancelación de 109 fideicomisos federales, medida que deja a disposición discrecional del Gobierno Federal más de 68 mil millones de pesos: «Eso representa una agresión más en contra del federalismo. Se confirma la concentración de facultades, competencias y recursos». López Obrador se ha negado sistemáticamente al diálogo con los sectores que muestran resistencia a su actitud absolutista. No es de esperarse que tome en cuenta las protestas de los gobernadores y de la sociedad civil. Estas manifestaciones, sin embargo, evidencian que López Obrador no ha logrado imponer su dominio personalista sobre la totalidad del país. El Presidente debe proceder con visión de Estado, como lo pide el gobernante coahuilense, dar oído a las justas demandas que 10 entidades de la Federación le están haciendo, y atender los reclamos de la sociedad civil. Desoír esas protestas sería actuar como dictador, no como mandatario. Eran los tiempos del Salvaje Oeste. Un forastero llegó a Picadilo, un pueblo de buscadores de oro, y lo primero que hizo fue acudir a la casa de ill repute -o sea de mala nota- del lugar. Estaba pasando un agradable rato con una de las hospitalarias chicas que ahí prestaba sus servicios cuando oyó ruido de palas y talaches. Se asomó por la ventana y vio a una multitud de hombres que cavaban afanosamente en torno de la iglesia que estaba frente al establecimiento. Le preguntó a la muchacha: «¿Qué está haciendo?». Le explicó ella: «Salió un edicto municipal que prohíbe que haya una casa de mala nota cerca de una iglesia. Tienen una semana para cambiar la iglesia de lugar». FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE
Hace unas noches se apareció en la vieja casona del Potrero el espectro de doña Francisca de la Peña y Peña.
Ninguno de nosotros lo vio. Todos dormíamos. Supimos que se había aparecido porque siempre que viene quita de la pared el retrato del que fue su esposo y lo echa al bote de la basura. Ahí amaneció la fotografía, igual que ha sucedido en otras ocasiones.
Al parecer el rencor de doña Francisca tiene fundamento. Su marido la maltrataba de palabra y obra. Raras veces le daba para el gasto, de modo que ella y sus hijos dependían del poco dinero que los papás de la señora le enviaban de Saltillo. Además el señor era infiel. Tenía hijos ahí, lo mismo que en Santiago, la Laguna de Sánchez y Rayones: igual que en Casillas, Santa Rosa y La Cebolla.
No nos extraña, entonces, lo que hace doña Francisca cuando se aparece. Volvemos a poner en su lugar el retrato del coronel. Ahí estará hasta que la señora se aparezca otra vez.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
Por AFA
«…La economía se está recuperando, dice un vocero de Hacienda…»
La economía está bien,
según ayer declaró.
Pero me pregunto yo:
la economía ¿de quién?