La delincuencia está desatada en Aguascalientes y en los últimos días son varios los atracos que se han cometido contra personas, negocios, cuentahabientes, repartidores… en realidad, nadie se salva de ser víctima de los ladrones.
Los botines van desde los irrisorios hasta los muy cuantiosos, como el del que despojaron al encargado de una cremería, o el de la mujer que salió del banco y la siguieron hasta su casa para quitarle 40 mil pesos.
Los famosos “motorratones” son los que pegan más frecuentemente contra la sociedad, pues cometen el hurto y se dan a la fuga a toda velocidad en sus poderosas motocicletas, en las que evidentemente pueden huir fácilmente.
Ahora la delincuencia no se centra en una zona, pues se cometen los atracos a lo largo y ancho del Estado, lo que sí cambia un poco es la modalidad, pues los rateros en motocicleta generalmente actúan en la zona norte, donde se concentra gran número de bancos y empresas, incluso hay una célula que se dedica a atracar a hombres para despojarlos de relojes de alta gama.
Pero también se asalta a los peatones, a los que drogadictos los despojan de lo que traen para seguir manteniendo su vicio; en fin, cualquier persona es susceptible de ser afectada por la delincuencia.
Casos hay muchos, hace escasas dos semanas un senecto fue asesinado en su departamento para despojarlo de sus bienes; asimismo, en días pasados atracaron un negocio y los rateros se atrevieron a más e intentaron violar a la encargada; ayer se registró un secuestro exprés contra un repartidor, a quien privaron de su libertad momentáneamente, dinero, mercancía y, por supuesto, su tranquilidad.
O el caso de la célula de criminales que intentó asaltar a los elementos de una empresa de seguridad que trasladaba cuantiosos recursos.
Cómo olvidar hace pocos años el asesinato de madre e hijo afuera de un banco, cuando delincuentes los acribillaron por la espalda para quitarles el dinero que iban a depositar, producto de su trabajo.
Pero en las páginas policíacas de los diarios o en los noticieros radiofónicos no sobresalen los atracos de poca monta, los que sufren las amas de casa, los estudiantes, el empleado, que día a día tienen que andar con “el Jesús en la boca” para evitar ser víctimas de la delincuencia; ellos son a los que despojan de pocas monedas, de bicicletas, del monedero, del celular…
Y los hampones, son de casa, de otros Estados y hasta extranjeros, quienes se dan el lujo de operar impunemente porque rara vez se logra su captura.
Por donde se voltee, se sabe de un caso donde una persona, una familia, una empresa, fue víctima de la delincuencia. Nadie ha podido contenerla, y de seguir así, sólo se está orillando a que la ciudadanía haga justicia por su propia mano.