En la cómplice penumbra de la sala cinematográfica una joven pareja se entregaba a candentes acciones de erotismo que no puedo describir aquí por temor a ofender la pudicicia de las personas con escrúpulos morales. Vio aquello doña Tebaida Tridua, adalid de las buenas costumbres, y se dirigió ásperamente a los tórridos amantes: «¿Por qué no van a hacer esas cosas a su casa?». Respondió la muchacha: «Lo haríamos con gusto, señora, pero si vamos a la mía se molestará mi esposo, y si vamos a la de él se enojará su mujer». En horas de la madrugada don Chinguetas llegó a su domicilio bien borracho y con manchas de colorete en la camisa. Llevaba bajo el brazo un perro corriente que encontró en la calle. Su mujer exclamó encolerizada: «¿Cómo te atreves a entrar en la casa con ese marrano?». Replicó don Chinguetas: «No es un marrano. Es un perro». «Tú cállate -le ordenó doña Macalota-. Le estoy hablando al perro». Dos amigos intercambiaban confidencias íntimas en el Bar Ahúnda. Le preguntó uno al otro: «Aquí entre nos: ¿tu mujer grita durante el acto del amor?». «Y muy fuerte -repuso el otro-. Con decirte que a veces la oigo desde aquí». Un querido amigo me envió una botella de champaña para que brinde con mi esposa por el triunfo de Joe Biden. Mucho le agradecí el obsequio, pero los brindis que hago con mi señora son con una copita de tequila o del rico licor hecho por ella con los membrillos del Potrero, en los que está el sabor agridulce de la vida. Esperaré a hacer ese brindis hasta que se anuncie oficialmente el triunfo del demócrata. Entonces sí levantaré mi copa por la victoria del buen sentido sobre la insensatez, de la decencia sobre la vulgaridad, de la democracia sobre el populismo demagógico. Es casi imposible suponer que Trump admitirá haber perdido. En su despecho y arrogancia seguirá diciendo que fue él quien ganó la elección; denunciará fraudes a diestra y a siniestra y recurrirá a todas las argucias para no darse por vencido. Desde luego con eso no logrará otra cosa que aumentar su desprestigio y acentuar los feos rasgos de su personalidad. El mundo entero sintió alivio con la caída del insolente magnate. Su derrota mostró que los errores que se cometen en el ejercicio de la democracia pueden corregirse con más democracia. Mi tardanza para brindar por eso no significa que le dé yo la razón a AMLO, quien ha regateado su felicitación al candidato ganador. Igual que Trump, él lo hace por despecho, porque ve defenestrado a aquél ante quien se mostró sumiso y obediente. Aguardaré, pues, a que se cante el último out de este juego cuyo final se ha visto tan enredado por el anacrónico sistema electoral de Estados Unidos, que a tantas complicaciones se presta. Sin embargo estoy listo ya para brindar. Y estoy listo también para ir de nuevo a ese gran país cuyo honor fue mancillado por la presencia en la Casa Blanca de uno de los peores ejemplares de la especie humana que últimamente han aparecido en la escena política del mundo. Pepito le preguntó a su pequeño vecino: «¿Cuántos años tienes?». «No estoy seguro -vaciló el niño-. No sé si 4 o 5». Volvió Pepito a preguntar: «¿Ya te gustan las mujeres?». Contestó el chiquillo: «No». Dictaminó Pepito: «Entonces tienes 4». El recién casado y su desposada fueron a la exposición de un pintor de moda. Entre las obras exhibidas había un desnudo femenino que llamó de inmediato la atención del marido. Le dijo, suspicaz, a su señora: «La mujer del cuadro se parece mucho a ti. ¿Acaso posaste desnuda para el pintor?». «Te juro que no -protestó ella-. Debe haberme pintado de memoria». FIN.
MIRADOR
Variaciones opus 33 sobre el tema de Don Juan.
Doña Isabel le preguntó a Don Juan:
-¿Me amas?
Respondió él:
-Sí.
Doña Elvira le preguntó a Don Juan:
-¿Me amas?
Respondió él:
-Sí.
Doña Ana le preguntó a Don Juan:
-¿Me amas?
Respondió él:
-Sí.
Doña Lucía le preguntó a Don Juan:
-¿Me amas?
Respondió él:
-Sí.
Doña Inés le preguntó a Don Juan:
-¿Me amas?
Respondió él:
-Sí.
Ni a doña Isabel, ni a doña Elvira, ni a doña Ana, ni a doña Lucía, ni a doña Inés mintió Don Juan.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
«…El sistema electoral de México es mejor que el de Estados Unidos…»
No nos toquen ese tema,
porque alguien recordará
la vez que a Bartlett acá
se le cayó su sistema.