La furia de la naturaleza se ha cebado recientemente en los Estados del sureste, específicamente, en Tabasco y Chiapas.
Impactantes son las imágenes de las inundaciones que tienen bajo el agua a varias ciudades de estas dos Entidades, y aunque el presidente López Obrador sólo reconoce cinco víctimas mortales en su Estado natal, los testimonios de la gente hablan de decenas de cuerpos sumergidos en las anegaciones, lo que además pone en alerta a los servicios sanitarios, ya que solamente al bajar el caudal se podrá dimensionar el daño real de lo que ya se perfila como una de las grandes tragedias causadas por la naturaleza en nuestro país.
La mano del hombre, la furia de la naturaleza, el desfogue de las presas y que no se midió el control de daños, lo cierto es que los que la llevan son los ciudadanos que han tenido que pernoctar arriba de los techos de sus casas, ya que corren con el riesgo de ahogarse.
Y en Chiapas la cosa pinta peor, pues ya son más de dos decenas de víctimas mortales a consecuencia de las lluvias que han provocado el Frente Frío número 11 y la depresión tropical «Eta».
El presidente Andrés Manuel López Obrador el fin de semana, en un hecho inédito, suspendió una gira por Estados del norte para visitar a sus paisanos, a quienes les llevó una palabra de aliento y les prometió que hará lo posible para que esta situación nunca más los vuelva a afectar, aunque reconoció que este fenómeno es inédito y no ocurría desde hace cinco décadas.
A esta angustia se añadió que el Río Grijalva, el segundo más caudaloso del país y el mayor productor de energía hidroeléctrica, se desbordó y sumió en la desesperación a miles de tabasqueños porque no saben qué pasará con sus bienes.
Este fenómeno ha dejado miles de damnificados, miles de casas dañadas, pérdidas económicas incalculables, y de seguir así, esto se pondrá mucho peor.
La situación es muy grave y en horas de la madrugada del domingo se tuvo que tomar la decisión de desfogar la Presa Peñitas, pues se corría el riesgo de que se desbordara y que el daño hubiese sido aún mayor.
Aunado a esta situación de emergencia, los habitantes se han aprovisionado de víveres porque prevén que las inundaciones duren, como mínimo, otros quince días más, lo que se agrega a las medidas de prevención que hay en todo el país por el avance implacable de la pandemia del Covid-19, lo que hace temer un panorama catastrófico.
Esta vez fue la furia implacable de la naturaleza, pero como siempre, la mano del hombre también está metida, como en Aguascalientes, que cada vez que cae una llovizna se tapan los albañales y nos inundamos, por lo que seguramente también las malas prácticas ciudadanas tienen ahora bajo el agua a Tabasco y Chiapas.