Ayer, dos muertes cimbraron a México: la de Diego Armando Maradona y Flor Silvestre.
Del famosísimo astro argentino del futbol no hay nada que no se haya dicho ya, pues era conocido de sobra su innegable talento en las canchas, así como también su conducta errática fuera de ellas.
La “Pelusa”, “El 10”, o simplemente Diego, así era conocido a nivel mundial.
El futbolista, carismático dentro y fuera de las canchas, es recordado por el pueblo mexicano porque en el Mundial de 1986, realizado en nuestro país, lideró magistralmente a la Selección Argentina donde anotó cinco goles
Cómo olvidar la célebre “Mano de Dios”, el nombre con el que se le conoce al gol anotado con dicha parte del cuerpo por Diego Armando en el partido de Cuartos de Final de la Copa Mundial de Futbol jugado en México, entre Argentina e Inglaterra y que fue determinante para el triunfo argentino por dos a uno. El otro tanto, fue el llamado “Gol del Siglo” y que, obvio, también fue marcado por Maradona.
Aunque afuera de las canchas también fue un hombre polémico, víctima de sus excesos y con numerosos problemas extra cancha que en lugar de minarlo, lo convirtieron en una leyenda viviente.
Drogas, alcohol, mujeres, todos los vicios conocidos del astro hicieron mella en su cuerpo, el cual ayer dijo “basta”, falleciendo por un ataque cardíaco a 20 días de haber sido sometido a una delicada cirugía en la cabeza.
Lo que ahora queda en la memoria del colectivo, es la presencia de un verdadero mago en las canchas de futbol, donde sus aptitudes físicas lo catapultaron a alturas insospechadas, gracias a su manejo del balón, gracias a sus horas interminables de prácticas.
Por su gran carisma dentro y fuera de las canchas, Diego Armando Maradona ya es ahora leyenda.
Por otra parte, nuestro país también se conmocionó por la muerte de doña Flor Silvestre, inolvidable cantante y actriz mexicana, con más de setenta años de carrera en la música, el cine, la radio, la televisión y el teatro.
Flor, quien fuera esposa de Paco Malgesto y posteriormente del inolvidable don Antonio Aguilar, de quien fue compañera de mil batallas, y quien es madre del famosísimo Pepe Aguilar, falleció ayer a los 90 años de edad, en su rancho en Zacatecas.
Doña Flor Silvestre se forjó en su paso artístico como una leyenda en la música vernácula, así como una vida discreta en lo personal.
Hoy, dos figuras emblemáticas ya no están aquí, pero de ambas, guardando las debidas proporciones, su recuerdo será eterno y referente para los mexicanos.