Ayer, tras 40 días de larga y penosa agonía, finalmente falleció el Obispo de Aguascalientes, don José María de la Torre Martín.
El pastor de almas de la Diócesis tenía 69 años cuando sucumbió al virus que ha venido a cambiar el rumbo de la humanidad, el Covid-19.
Este hombre, nacido en Pegueros, Jalisco, estuvo a cargo de la Diócesis desde el 31 de enero del 2008, nueve meses después del fallecimiento del Obispo Ramón Godínez Flores; en ese lapso la comunidad católica estuvo a cargo de un administrador apostólico, que en ese entonces el cargo lo tuvo el Obispo de León, don José Guadalupe Martín Rábago, y ahora se espera que se repita ese protocolo, decisión que recaerá en el Papa Francisco.
Ésta es una sensible pérdida, tanto para la comunidad católica como para quien no profesa esa religión, pues a pesar de ser un hombre polémico, fungió un papel importante en nuestra comunidad.
Lamentablemente, afirman, el prelado se infectó por no guardar los mínimos protocolos de salud sugeridos por las autoridades, pues incluso se asegura que el virus lo contrajo en una comida que organizó el gobernador del Estado, en la que también se contagió el Obispo emérito de Autlán, Jalisco, Gonzalo Galván Castillo, quien asimismo fue víctima mortal del coronavirus hace apenas 20 días.
Es una lástima que Don Chema, como coloquialmente se le conocía, no resistiera los embates del virus y que le provocaron, a decir de los partes médicos emitidos en el Hospital Hidalgo, donde estuvo internado, días de altibajos, algunos días mal, otros mejor, pero que nunca salió de la gravedad y que finalmente perdió la vida a pesar de todos los procedimientos que se le realizaron.
Ahora mucho se hablará de este hombre que dedicó su vida al sacerdocio y que concluyó su misión terrenal como Obispo de la Diócesis de Aguascalientes, pero al fin y al cabo ya es un alma juzgada por el Creador y si hizo bien o mal, ya rendirá cuentas, eso no corresponde a los que nos quedamos aquí.
Pero si bien su muerte no por esperada deja de impactar, pues insistimos, a fe nuestra, que de haber seguido las mínimas recomendaciones esto no hubiera sucedido. Pero el hubiera no existe y sólo queda reconocer en Don Chema a un hombre que hizo lo posible por cumplir la misión encomendada y que ahora él forma parte de nuestra historia.
Ahora, fue el Obispo José María de la Torre Martín quien fue víctima de la pandemia del coronavirus, pero el mensaje es fuerte y claro: a cualquiera le puede pasar, cualquiera se puede contagiar.