“Deje que los alimentos sean su medicina y que la medicina sea su alimento”
Hipócrates
La pandemia del Coronavirus ha roto con todos los paradigmas de la humanidad, por país ha mostrado las debilidades de cada administración, y dependiendo de la idiosincrasia de cada pueblo se enfrentado y afrontado. En México, entre otros males, llegó a enfrentar a la autoridad federal con las bebidas carbonadas (coloquialmente conocidos como refrescos) como les llama el sub Secretario de Salud Hugo López Gattel, acusándolas de ser causante indirectas de las muertes por Covid, por generar la comorbilidad
En realidad la confrontación fue más amplia, la Secretaría de Salud federal señaló que la alimentación de los mexicanos, es la que ha provocado la obesidad, factor principal de las muertes en pacientes graves afectados por el Covid. También sumó a la lista de enfermedades que contribuyen al agravamiento de la salud en los contagios del Covid a la diabetes, ambas enfermedades causadas por los malos hábitos de alimentación, fustigando a la llamada comida chatarra y los refrescos.
“Es una evidencia científica y el mundo entero lo ha reconocido” indicó López Gatell, y es verdad, porque la alimentación es uno de los principales factores que afectan o benefician a nuestro organismo, pero tampoco cuenta la Secretaría de Salud con campañas para prevenir y regular su consumo. Solo recordarle que es potestad del consumidor adquirirlos y excederse.
Esas empresas productoras de pastelillos, botanas y refrescos generan economía, y brindan empleos, si dejaran de consumirse ¿cuántos empleos se perderían? ¿Cómo impactaría en la economía de nuestro país? Analicemos la industria de los refrescos.
México es el primer consumidor de refrescos en el mundo, con un promedio de 163 litros por persona al año, aproximadamente 40 por ciento más que el segundo consumidor: Estados Unidos, con 118 litros.
Según datos de la Universidad de Yale y estudios del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS), en promedio, una familia mexicana destina 10 por ciento de sus ingresos totales a la compra de refrescos; 24 por ciento a otros alimentos y bebidas; y 66 por ciento a vivienda, educación y vestimenta, entre otros
Por ende las industrias refresqueras forman parte importante del desarrollo y crecimiento de México, ya que de acuerdo con información publicada por la Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (ANPRAC) la industria refresquera aporta a la economía el 1.8% del PIB nacional y representa el 5.6% del PIB manufacturero, ha generado alrededor de 135,000 empleos directos, y más de 1 millón de empleos indirectos, desde aquellos que se dedican a la producción de caña de azúcar en 15 estados, o se encuentran en las 120 plantas embotelladoras y 415 centros de hasta los pequeños negocios conocidos como tienditas esto representa aproximadamente el sustento de 127 mil familias, 5 millones de mexicanos beneficiados.
Pero esto no es todo, con el paso del tiempo la industria refresquera ha creado programas encaminados al cuidado del medio ambiente como uno de los pilares de su quehacer productivo, ha colaborado con la Presidencia de México en el desarrollo de campañas educativas y actualmente debido a la pandemia de Covid, se ha realizado un gran esfuerzo para trabajar a favor de los grupos más vulnerables con la donación de una considerable cantidad de insumos a través de las Instituciones de Salud, organismos de beneficencia pública y privada, autoridades locales y federales y en colaboración con la Secretaría de la Defensa Nacional.
Es razonable que la asociación de productores de refrescos muestre indignación contra las declaraciones de Gatell, ya que a la industria refresquera se le ha atribuido una imagen “satanizada”, y a sus productos se les ha nombrado “veneno embotellado” cuando en el trasfondo, son estas industrias una de las principales aportadoras en la economía de México.
López Gattel abrió un frente en contra de esas compañías, para tratar de justificar su incapacidad e ineficiencia en el manejo de la pandemia, México requiere en estos momentos de alternativas de generación de empleo y dinámica económica, sumado a un plan consistente de concientización, para que sean los padres de familia los que impidan que los niños consuman las bebidas, y si lo hacen no sean en exceso, se requiere una bien planeada campaña de cuidado preventivo de la salud, de estímulos al ejercicio y el deporte, se requiere de una asignatura deportiva obligatoria en la educación primaria, para ello es menester contar con maestros capacitados, espacios adecuados donde practicarlo, se requieren parques y espacios deportivos seguros, cercanos y asequibles. Para eso tienen los refrescos un impuesto especial, para aplicarlo en las medidas preventivas, no existe explicación o pretexto para no hacerlo.
Subirse al ring contra las refresqueras e industriales de los alimentos ‘chatarra’, es como subir al trapecio sin red de protección.