Es una imagen difícil de olvidar.
Un legislador, usando la máxima tribuna de Aguascalientes para hacer una seña obscena, da cuenta de lo mucho que ha decaído el trabajo legislativo.
Y no podría ser otro el protagonista que el verdeecologista Sergio Augusto López, quien continuamente ha estado en el ojo del huracán, casi siempre por sus declaraciones polémicas.
El representante del pueblo de Aguascalientes intentó hacer una analogía en pleno debate de la denominada Ley Provida, que consagra a nivel constitucional el derecho a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural.
Obviamente, mientras se llevaba a cabo el debate de altura, a puerta cerrada, grupos de feministas protestaron afuera del recinto legislativo por la criminalización del aborto, pero ése es otro tema.
Aquí lo delicado del asunto es la pobreza de argumentos, pues no es posible que un diputado, cualquiera que sea su origen partidista, tenga ese tipo de irreverentes actitudes en una importantísima discusión de un tema tan espinoso, pues el aborto es un asunto de índole médica, moral y religiosa y la gente involucrada lo que menos merece es respeto por sus creencias, cualquiera que éstas sean.
Pero un incidente de este tipo no es la primera vez que ocurre, pues recordemos la tristemente famosa “roqueseñal” hace 26 años, y que ocurrió cuando Humberto Roque Villanueva hizo una señal obscena con la cual “celebró” jubilosamente el aumento del 10 al 15 por ciento del Impuesto al Valor Agregado en la Cámara de Diputados, al aprobarla mayoritariamente el PRI, de cuya bancada era el líder.
O cómo olvidar cuando durante el segundo informe de Gobierno del entonces presidente Ernesto Zedillo, en 1996, el diputado perredista Marco Rascón se colocó bajo la tribuna con una máscara de cerdo y portando una manta en protesta al mandatario.
Tristemente Sergio Augusto mostró la pobreza de sentido común, educación, debate y sensibilidad, pues olvidó que él, como el resto de los legisladores, son nuestros representantes y que la gran mayoría de ellos los elegimos nosotros mediante el voto, por lo que lo menos que podrían hacer por la ciudadanía es respetarla, pues no olvidemos que son nuestra voz en el Congreso.
Su “broma”, en medio de una importantísima discusión y cuyo resultado dará mucho de qué hablar y prueba de ello son las encendidas reacciones de las feministas y otros sectores, quedará inmortalizada en periódicos y redes sociales como recuerdo perenne de que hace falta sensibilidad política, cuando menos, pero pues no se le pueden pedir peras al olmo…