No, pues así no: ahora resulta que un nutrido grupo de maestros se niegan a recibir la dosis de la vacuna anti-Covid. Ellos, que son privilegiados, se ponen sus moños y varias son sus razones.
Una, no quieren el biológico de la farmacéutica CanSino, que es de una sola dosis y alta efectividad, porque aseguran que algunos de ellos tienen padecimentos previos que podrían exacerbarse con la aplicación del biológico, lo que no está comprobado, como sí lo está con la vacuna de AstraZeneca; otro de los motivos es que se encuentran de vacaciones y sólo hasta que regresen acudirían a aplicarse la respectiva dosis, pero el tercer y más fuerte motivo, es que algunos de ellos no quieren regresar a clases, como es la prioridad del gobernador Martín Orozco y de la propia Presidencia de la República.
De hecho es por la urgencia de que los niños no pierdan más clases es que se consideró sector prioritario a los maestros, pasando incluso por personal de institutuciones de salud privada, que han llegado al extremo de ampararse para ser vacunados, pero por lo menos en Aguascalientes no lo han logrado, por lo que han realizado diversas protestas pero literal, no les hacen caso.
El interés de hecho está en la mayoría de la población y así lo hicieron ver en la primera jornada de vacunación en el Estado, en donde se inoculó a la mayoría de personas de la tercera edad, que con años y enfermedades a cuestas, hicieron largas filas durante varias horas para obtener su pase para recibir el biológico, porque saben que es una gran oportunidad de enfrentar a la pandemia.
Incluso ayer mismo inició la vacunación en Coahuila, Chiapas, Nayarit, Tamaulipas y Veracruz, registrándose gran afluencia, pues la Secretaría de Salud federal anunció anoche que en un solo día se aplicaron 53 mil 516 dosis.
Por eso no se explica la actitud de muchos docentes, que por lo visto no quieren seguir el ejemplo de Campeche, donde el lunes regresaron a clases de forma escalonada y organizada, insistimos, en beneficio de los alumnos, aunque los mismos maestros reconocieron tener miedo, pero como ya están vacunados enfrentan el desafío con serenidad.
El problema en nuestro Estado es que si siguen con sus condiciones esos maestros, el retorno a las aulas se alargará todavía más, en perjuicio de la niñez y adolescencia mexicanas, que en un año de clases a distancia no se ven buenos resultados, pues no es lo mismo estar presentes en las aulas que frente al televisor, las computadoras o los celulares.
Siempre hay un prietito en el arroz, pero cuidado, esta situación se puede revertir y como obviamente no pueden ser obligados, algunos maestros perderán la oportunidad de recibir la tan ansiada vacuna, lo que nos pondría nuevamente en el umbral de regresar a la vida como estábamos acostumbrados hasta antes de que apareciera esta enfermedad.