Aguascalientes, según el reporte sobre violencia contra mujeres publicado por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), se encuentra en el cuarto lugar en la lista de los 100 municipios con presuntos delitos de feminicidio, incluso arriba de Tijuana, Ciudad Juárez, Saltillo e Irapuato.
Estas cifras coinciden con lo expresado con la presidenta de la asociación Mujeres Jefas de Familia, quien agregó que sólo Aguascalientes sobresale por la violencia contra ellas, pero únicamente un escaso porcentaje denuncia, por lo que nada más se conoce una pequeña parte del verdadero problema.
La violencia casi siempre inicia en el seno del hogar, cuando son violentadas por sus parejas, esposos, padres, hijos, hermanos, en fin, cualquiera que tenga relación con ellas, y la agresión puede ser verbal, económica y física, pues algunas de ellas reciben golpes a diestra y siniestra, y muchos de estos ataques terminan en tragedia.
El problema es que como lo mencionamos líneas arriba, sólo una parte de ellas denuncia, con lo que el asunto crece como bola de nieve, imparable, pero cuando el caso se da a conocer las féminas se resisten a denunciar a sus agresores, por miedo, vergüenza o porque ingenuamente piensan que el agresor en cuestión “va a cambiar porque me quiere”.
Pero no, esto no va a cambiar, al contrario, el nivel de violencia escala poco a poco y no son contados los casos en que la agresión se hace todo el tiempo, y lo que es peor, enfrente de los hijos, que seguramente crecerán con ese patrón y a su vez violentarán a las mujeres que los rodean.
Y para empeorar las cosas, también la crisis de salud que se sufre en todo el mundo tiene relación, pues por el confinamiento, el obligado encierro, ahora se ha confirmado, han subido las agresiones en contra de ellas y en Aguascalientes también se han incrementado las llamadas de auxilio al número 911, donde reportan ser víctimas de maltrato.
Y si esto ocurre en las casas, qué se espera en las calles, donde muchas de ellas son maltratadas físicamente con falsos “piropos” que lo único que hacen es denigrarlas o ridiculizarlas, incluso varios sujetos van a más y las acosan e incluso las toquetean.
Y para el agresor el rango de edad parece no importar, pues la nota roja de este Diario ha dado puntual cuenta de agresiones a mujeres de la tercera edad, adultas, jóvenes, adolescentes y hasta niñas, y lo que es peor, en la mayoría de los casos el agresor es de la familia o personas allegadas.
Lamentablemente muchas de estas agresiones terminarán, como lo mencionamos, en tragedia, pues el Estado no está exento de feminicidios.
La educación, ya se sabe, comienza en casa, pero si los agresores se criaron a base de gritos y sombrerazos, así lo van a hacer toda su vida con quien se atraviese en su camino, casi siempre los más vulnerables, como las mujeres.