Ayer sucedió una espantosa tragedia en la siempre concurrida carretera México-Cuernavaca, y ocurrió, como casi siempre pasa, por una serie de eventos desafortunados provocados por el hombre. En cuestión de minutos cuatro accidentes de motocicleta dejaron un saldo de 7 muertos y 15 heridos.
Estos lamentables sucesos quedaron registrados en video, pues ahora con la facilidad de que todo mundo trae un celular con cámara, o que los mismos vehículos portan videocámara, se ve que el multitrágico accidente fue causado por el exceso de velocidad.
Si las avenidas y calles de las ciudades de todo el país las agarran de pista de carreras, qué no hacen en las carreteras, donde se ha visto que los motociclistas conducen temerariamente y a velocidades que asustan aunque, puntualizando, motociclistas y en sí todo vehículo de motor, y ya lo hemos visto en otras ocasiones en las que el exceso de velocidad ha enlutado a una gran cantidad de hogares; hace apenas una semana un ebrio conductor embistió el auto de una familia y los mató a todos, padres e hijas. ¿Y el culpable? Se dio a la fuga.
En Aguascalientes, en los últimos años, se han registrado decenas de accidentes de motociclistas y, la gran mayoría, ha perdido la vida, y aunque muchas de las veces ellos no han tenido la culpa, el resultado viene siendo el mismo.
En este tipo de percances, de las famosas “jacas de acero”, influye también el factor de que casi nadie porta casco de protección, y si lo traen, pues sólo es de adorno, por lo que a la hora de un accidente la cabeza es la más expuesta, y párele de contar.
Pero no sólo son los accidentes de motocicleta lo que debe preocupar y ocupar, sino que cualquier persona que traiga un vehículo de motor, y hasta bicicleta, debe tener los cinco sentidos puestos en manejar con responsabilidad; hasta el hartazgo hemos comentado que el hecho de traer un celular en la mano, de ir distrayéndose con los otros pasajeros o maniobrando los tableros para escuchar música, incluso bajo los influjos de las bebidas alcohólicas o hasta enervantes, son factores de riesgo para el conductor y para los demás, que a veces ni vela tienen en el entierro.
Todo se ha intentado hacer para disminuir el índice de accidentes, ya sea con fines recaudatorios a través de multas, con sanciones impuestas por los propios agentes de Vialidad, con topes, con todos los recursos a la mano, pero si el que trae el volante o el manubrio no maneja con sentido común, será un tema que afecte a todos los que anden por las calles de la ciudad… o en las carreteras, como ya se vio con los accidentes de ayer.
Podrán echarle la culpa a terceros o hasta al Gobierno, pero si no asumimos como conductores la responsabilidad, estas trágicas escenas no tendrán fin.