No pasa un día sin que Aguascalientes amanezca con una noticia que estremezca a la sociedad, y hoy no es la excepción: fueron localizados y detenidos casi 300 migrantes que estaban en una casa de seguridad del fraccionamiento Vista Alegre.
Para pronto se encendieron todas las alertas, y fue este Diario el único con la información puntual de los hechos, lo que dio la pauta para que todos los sectores manifestaran su opinión en este delicado tema.
Todos tienen algo que decir, que opinar, pero más allá de las autoridades de Migración nadie hará nada por estos hombres y mujeres que concluyeron en una diminuta fortaleza la búsqueda del mal llamado ‘sueño americano’.
Por ahora estos cientos de personas se encuentran en resguardo con las autoridades y están a la espera de que les definan su situación, lo que, ya sabemos, terminará cuando los manden de regreso a sus casas.
Es muy diferente ver a los migrantes que buscan el sustento pidiendo la caridad pública, la que casi nunca se les niega, sobre todo a los que traen consigo a sus familias, y otra realidad muy diferente es que estos extranjeros son tratados como mercancías, los trasladan hacinados, en condiciones insalubres y con un alto riesgo de que todo termine mal.
La memoria es flaca, pero por eso existen las hemerotecas: recordemos que algunos hidrocálidos fallecieron asfixiados en el trailer de la muerte, en San Antonio, Texas, en 2017, cuando eran transportados junto a decenas de migrantes en condiciones inhumanas y fueron abandonados a su suerte en las peores condiciones: deshidratados, desmayados y, en el peor de los casos, muertos.
La tragedia nuevamente rondó Aguascalientes, de no haber sido detectada a tiempo la célula de ‘polleros’ que custodiaban a los migrantes, a saber, 286 personas originarias de Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Ecuador. Lo peor del caso es que en este numeroso grupo también había niños y adolescentes no acompañados, quienes están en una situación altamente vulnerable.
Los ‘polleros’ o traficantes de personas tendrán que rendir cuentas a las autoridades, y aunque se sabe que este delito está severamente penado por la ley, ojalá que en este caso reciban un merecido escarmiento, pues en su afán de enriquecimiento pusieron en riesgo la vida de las casi 300 personas y no se vale que las hayan tratado peor que a animales.
Pero los migrantes tuvieron suerte de ser detectados y puestos a resguardo, pues de seguir su camino tal vez muchos hubieran terminado abandonados en el desierto, ahogados en el Río Bravo, con familias deshechas y, por supuesto, con sus sueños rotos.
Es una pena lo que tienen que padecer estas personas, pues lo único que hacen estos migrantes, hombres, mujeres y hasta menores de edad, es buscar mejores oportunidades que en sus países les han sido negadas y que huyen por falta de dinero, de trabajo, amenazados por el hambre y la violencia. Tal vez su destino será que regresen a sus países tristes, derrotados, pero vivos.
Pues una vez más se comprueba que en Aguascalientes no todo está bajo control y que, de ser ciertas las investigaciones, se confirmaría que en nuestro Estado opera una red criminal dedicada al tráfico de personas.