“Hay que ver el bosque y no sólo el árbol”.
ANÓNIMO
Para poder emitir opinión sobre un ejercicio continuado de acciones y toma de decisiones, como es el caso del quinto año de Gobierno del gobernador Martín Orozco, habría que diferenciar entre una evaluación con base en datos duros, información o cifras, o de una opinión de carácter personal mejor conocida como percepción. Comencemos por los datos duros.
Aguascalientes pasó del segundo lugar a nivel nacional al sexto en el Índice de Competitividad. El Índice de Competitividad es elaborado por el Instituto Mexicano para la Competitividad, A.C., un centro de investigación apartidista y sin fines de lucro, que mide mediante 98 indicadores categorizados en 10 subíndices y dos variables del desempeño, avances y retrocesos de las 32 Entidades del país, asignando una categoría de mayor a menor.
El preámbulo sirve para ubicar dónde se encuentra nuestro Estado luego de cinco años de Gobierno panista encabezado por Martín Orozco; hemos desacelerado en el liderazgo que teníamos, dejamos de ser la ‘pequeña Suiza mexicana’.
La piedra angular para el bienestar del Estado es la inversión y la generación de empleos y esta última se vino abajo. En el último año del ex-gobernador Carlos Lozano se crearon 18 mil 248 nuevos empleos, con Martín en su primer año se generaron 15 mil 331; para su segundo año, 14 mil 134; en el tercer año, logró apenas seis mil 993; el cuarto, el de la pandemia, no se crearon empleos, sino que se perdieron seis mil 867 empleos. Desde luego existe justificación para la parálisis, por lo que este año del 2021 en el que se crearon 18 mil 041, debiéramos restarle los perdidos y estaríamos en sólo 11 mil nuevos empleos. En resumen, después de cinco años de Gobierno, la cifra es equivalente a los empleos generados en el último año de Carlos Lozano.
De acuerdo a datos del INEGI, en la medición del PIB (Producto Interno Bruto) que es la suma del valor (en dinero) de todos los bienes y servicios de uso final que genera un país o Entidad federativa durante un período, comenzó el sexenio con dinamismo, como correspondía a un Estado que se ubicaba en segundo lugar a nivel nacional en desarrollo, pero se fue apagando y la pandemia lo sepultó. En el PIB de 2017 a 2018 pasamos de 216,706 mdp a 224,892. El siguiente año, el 2019, bajó a 222,652. En el 2020 fue un caos.
Un dato duro más, el Coneval en su ‘Medición de Pobreza 2020’, que abarca el período del año 2018 al 2020 publica los siguientes datos: La pobreza se incrementó al pasar del 26.3% al 27.6%, la Pobreza Extrema también creció del 1.0% al 2.4%, en la medición de la población ‘Vulnerable por carencias sociales’ se incrementó de 25.5% a 25.6%, en su medición de ‘Población con ingreso inferior a la línea de pobreza extrema por ingresos’ pasó del 7% al 8.6%, en el rubro ‘Población con ingreso inferior a la línea de pobreza por ingresos’ se incrementó del 38.2% al 38.7%, y para no llenarlo de cifras le diré que el reporte señala que creció el rezago educativo, el acceso a los servicios de salud, a la seguridad social, en el acceso a la alimentación nutritiva y de calidad.
Revisemos otras cifras, las de seguridad, factor importante para la llegada segura de inversiones y termómetro de la descomposición de la sociedad. De acuerdo al más reciente reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, alimentado con datos que la Fiscalía Estatal les envía, al corte del mes de agosto, se muestra que los delitos siguen creciendo en nuestro Estado. Comparemos los delitos cometidos por día el primer año de la administración de Martín al de su quinto año: Los Delitos Cometidos por los Servidores Públicos, de los que menos imagináramos que delinquieran, se incrementaron 1,522%, cifra exponencial, que refleja una caterva de pillos más que funcionarios de una administración; los Homicidios Dolosos, cometidos mayoritariamente por ajuste entre bandas criminales, se incrementaron en un 541%, mientras que el Narcomenudeo se aumentó en un 99%. Estos dos indicadores son señal inequívoca de que algunos malos elementos policiacos permitieron la operación de grupos delincuenciales que hoy se disputan la plaza; la Violencia Familiar es fotografía de la descomposición del tejido social. Estos delitos crecieron en un 138% ante la mirada pasiva de las dependencias encargadas del trabajo social; las Violaciones, espejo de familias y sociedad corrompida, sin valores, sin apoyos y sin orientación, se incrementó en un 80%. Sólo el rubro de Robos Totales se logró contener y bajar en un 28%. En materia de seguridad, la calificación es de no aprobado.
Para resumir en cuanto a la evaluación de los datos duros, en términos de contabilidad, profesión del mandatario, en un balance significa en las columnas del debe y el haber “un quinquenio perdido”.
Pasemos a la evaluación de percepción, medición subjetiva del ciudadano. La organización México Elige en su publicación de septiembre ubica al mandatario en el lugar número 10 a nivel nacional, con una calificación del 51.5%, pero con una baja de 1.2%, esto significa que está en la medianía del agua tibia en la aprobación del ciudadano, pero con tendencia a la baja.
Un punto de inflexión que generó una mala percepción sobre su Gobierno, es el sistemático ataque a la ex-presidente municipal, a quien acusó de los problemas del municipio capital, la profunda diferencia propició un crack en la opinión pública, amén de la fisura en el partido en el que militan. Un acto soez y majadero del mandatario al Presidente cuando vino por primera vez a visitarnos, lo ubicó como un palurdo de barrio, sin capacidad de manejo diplomático que sólo logró cerrar las puertas de acceso a recursos federales y nos relegaron.
Mas la joya de la corona es el sucinto análisis del Gobierno de Martín Orozco expresado durante uno de los informes que dio la semana pasada, ‘una mentada de madre’.