La crisis de inseguridad que padece Aguascalientes ha tocado su punto más álgido en sólo una semana, mostrando la precariedad del sistema de seguridad que cada vez menos soporta el discurso triunfalista de las autoridades ante la evidencia de su ineficacia e inoperancia, apenas un despojo de lo que alguna vez fue un ejemplo nacional apenas hace cinco años.
Y es que, contrario a las cifras alegres que las autoridades presumen, las actuaciones de la delincuencia organizada y común dan cuenta de una realidad muy distinta y que golpea a la sociedad en general.
El lunes pasado amanecimos con el asesinato del oficial de la Policía municipal de Cosío, Jorge Humberto Soledad Cordero, de 31 años de edad, a manos de unos sicarios en dicha cabecera.
El elemento cumplía con su trabajo y pretendía revisar a los tripulantes de una camioneta Jeep Cherokee gris, con vidrios polarizados y con placas de Zacatecas, pero éstos lo agredieron con disparos de armas de fuego largas y lo privaron de la vida.
Además, otro oficial fue lesionado en las piernas.
Los agresores se dieron a la fuga precisamente hacia el vecino estado de Zacatecas y no han sido detenidos.
El mismo lunes se registró el robo de un tráiler cargado con cervezas con un valor de un millón de pesos.
En este caso, las autoridades estatales sí lograron la captura de ocho implicados en el fraccionamiento La Florida II, al oriente citadino, y la recuperación de la unidad de carga y la mercancía.
El miércoles por la mañana, en los límites de Aguascalientes y Jalisco, fue asesinada de un balazo en el pecho Beatriz Villaseñor Rea, de 40 años, y lesionada su hermana Alma Rocío, de 41, ambas vecinas de Encarnación de Díaz, por un sujeto que al parecer intentó asaltarlas cuando le daban un “ride” a “La Chona” a bordo de su camioneta y el cual logró escapar.
Y ayer jueves por la mañana se registró otra narcoejecución en el fraccionamiento Villas de Nuestra Señora de la Asunción Sector Alameda.
Para empeorar el cuadro, un distribuidor de drogas identificado como Jonathan alias “El Cuñis” o “El Cuña”, fue torturado y asesinado de un balazo en la cabeza en el interior de su domicilio, que de acuerdo a sus vecinos fue catalogado como un “picadero”, es decir, un lugar dedicado a la venta y consumo de narcóticos.
Los responsables, para no variar, tampoco fueron detenidos.
Y mientras Aguascalientes se hunde en una espiral de violencia, los ciudadanos sólo tienen la opción de ver la irresponsable autocomplacencia de las autoridades que viven en una realidad alterna.