¿Dónde está el Andrés Manuel de la esperanza, el de la unidad, el estadista, el símbolo y líder?… ¿No será que hubo un complot y nos lo cambiaron? Ahora vemos que es un impostor, que en lugar de esperanza esparce odio y resentimiento, y genera encono. Sé bien que a mis palabras se las lleva el viento. A todas se las ha llevado. (Por ejemplo, busco éstas que acabo de escribir y ya no están aquí). Hay, sin embargo, lectores amables y atentísimos que acostumbran recortar algunas de mis columnas y guardarlas. Uno de ellos, tan gentil y perspicaz como oportuno, me hizo llegar la copia de aquel párrafo que al principio puse. Apareció en mi columna hace más de 13 años, el 5 de abril de 2008. No es excepción al principio que antes enuncié, de que a mi palabras se las lleva el viento, pues esos conceptos sobre la persona y personalidad de López Obrador no me pertenecen: los dijo en la antevíspera de la citada fecha Fernando Belaunzarán, encargado de Formación Política del PRD, durante una de las innumerables pugnas sucedidas a la sazón en el interior de ese partido del cual AMLO formaba parte entonces. No las entrecomillé deliberadamente para mostrar que don Fernando tuvo boca de profeta, y que sus palabras parecen haber sido dichas hoy por algún acérrimo crítico del Presidente. Ya lo enseña el proverbio castellano: genio y figura hasta la sepultura. Ninguna esperanza debemos albergar de que cambie el talante autoritario, absolutista de López Obrador, ni de que ponga coto a sus impulsos agresivos, o los morigere. Tampoco hemos de caer en la ingenuidad de suponer que terminado su sexenio se retirará a su rancho a ver crecer la hierba y escuchar al canto de los pajaritos. Treinta años le costó llegar al poder ¿y va a soltarlo después de sólo seis? Seguramente ya se percató de que buscar la reelección sería locura, pero no es arriesgado pensar que buscará seguir imponiendo su dominio a través de interpósita persona. La candidata ideal para servir a ese ejercicio de Rosete-Aranda es Claudia Sheinbaum, pues Ricardo Monreal ha dado muestras de saber pensar y actuar por sí mismo, y la identificación de Ebrard con los norteamericanos, y el hecho de que habla inglés, le causarán ñáñaras a López, si me es permitido el uso de ese lindo vocablo popular, sonoro y expresivo, que sirve para indicar temor o inquietud. Termino este comentario recordando que la empresa Rosete-Aranda fue una de títeres en el pasado siglo, así como fue el PRI en su época de dominación, así como es ahora MORENA… El relato que sigue tiene un fuerte elemento sicalíptico. Absténganse de leerlo las personas púdicas. No es infrecuente ver en los barcos que zarpan de Inglaterra a pasajeros que en las cenas de gala visten la tradicional falda o kilt de los escoceses. Algunos viajeros —y sobre todo viajeras— se preguntan qué visten abajo de sus faldas, o si no llevan nada. La antigua tradición determinaba traer sin cobertura todo lo de abajo, pero modernamente es permitido usar ropa interior. Un joven escocés le pidió a un sastre que le hiciera su kilt con los colores de su clan, y que reservara 20 centímetros cuadrados de tela por si alguna vez se ofrecía ponerle un parche. Cuando estrenó su falda fue a mostrársela a su novia. “Está muy bien” —comentó ella. Y en seguida le preguntó, traviesa: “Y ¿qué llevas abajo de la falda?”. El chico había olvidado vestir ropa interior. Pensando que la traía se levantó el kilt: “Mira”. Vio la muchacha lo que había que ver y comentó con picardía: “También está muy bien”. Declaró el muchacho: “Y tengo 20 centímetros más de reserva, por lo que se pueda ofrecer”… FIN.
MIRADOR
La mula del convento era obstinada.
Hacía desesperar a los pobres frailes; los volvía locos con su terquedad.
Ellos la necesitaban para las labores del huerto, pero con frecuencia la acémila se negaba a trabajar.
Cierto día el padre prior le pidió a San Virila:
—Hermano: obre usted un milagro que haga que la mula cumpla su labor.
San Virila no hizo ningún milagro. Llenó a la tozuda bestia de maldiciones, de improperios tan enormes como jamás se habían oído en el claustro.
Los frailes quedaron espantados al escuchar semejantes badomías, pero inmediatamente la mula se puso a trabajar. San Virila dijo a sus hermanos:
—No hay que gastar los milagros cuando se puede usar otro recurso.
Esa noche San Virila le pidió perdón al Señor por los dicterios que había dicho.
—No te preocupes —le dijo el Padre al frailecito—. Yo mismo siento a veces la tentación de hablarle a cierta gente como le hablaste tú a la mula. Los dos estamos perdonados.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
“… Ebrard viajó en primera clase…”
Aunque no pagó boleto,
y voló en clase premier,
a él no le va a suceder
lo que le sucedió a Nieto.