“Si entre haber sido y no ser el hombre
hubiera elegido, seguro es que hubiera
elegido el no poder escoger”.
Refrán popular
El Presidente deberá elegir un nuevo nombre, decisión por demás difícil, porque no es lo mismo heredar el gusto o la decisión de los padres cuando lo asignan, a tener que romperse la cabeza eligiendo uno nuevo y determinar entre sus héroes dilectos cuál asumir; Benito, Lázaro, Miguel o Emiliano, y no es que yo desee que esto suceda, pero soy realista, el Gobierno de la T4 (así T4) no pudo en tres años con el paquete del abasto y distribución, y el próximo menos, porque el tiempo de adquisición para el año 2022 ya se agotó y apenas se tiene el 30 por ciento de los medicamentos pactados.
La narrativa tiene sustento cuando el jueves 25 de noviembre del 2021, Andrés Manuel López Obrador estaba de visita en el violento estado de Zacatecas, en su intervención durante la tradicional conferencia de Prensa fue cuestionado por la inseguridad y la ausencia de medicamentos. Acostumbrado a utilizar la retórica justificativa de cualquier político, aseguró que ya se habían comprado los medicamentos, pero faltaba su distribución, acusando ineficiencia o mala fe de las empresas distribuidoras. Así lo expresó: “El lunes vamos a tener una reunión, es como terminar de resolver el abasto, ese ya se logró, ya se compró la medicina, pero ahora es la distribución, porque resulta que se compró la medicina y se hizo contrato con algunas empresas distribuidoras y no sé si por ineficiencia o mala fe, no distribuyeron los medicamentos”. “Esto es como una carrera de obstáculos, porque es mucha hambre al dinero, el dinero es para ellos, como decía Hidalgo, su Dios”. Y para resolver el entuerto asignó una nueva tarea al Ejército, la de distribuir los medicamentos. “Entonces ahora vamos a que entre todos, así como se distribuyen las vacunas, vamos a distribuir los medicamentos hasta los pueblos más apartados, no van a faltar, me dejo de llamar a Andrés Manuel”. “Pero le vamos a ganar a los refrescos y a las papitas ¡cómo no!”.
La historia del fracaso en materia de salud proviene de la errónea decisión de cancelar el Seguro Popular, bajo su miope óptica, aseverando que se trataba de un botín económico –que no probó- y que sin dejar de reconocer las fallas que tuviera y la innegable corrupción, el sistema sólo requería corrección y supervisión, pero lo derruyó, lo sepultó y comenzó de cero al crear el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), asegurando el 3 de enero del 2019 que “como en Dinamarca, así aspiramos (que funcione), como en Canadá, como en el Reino Unido”. Y se atrevió a asegurar que para diciembre (del año 2020) esperaba que los servicios de salud del tercer nivel fueran gratuitos y sin cuotas.
Junto con el INSABI cambió el mecanismo de adquisición de medicamentos para “corregir” los vicios del pasado; para ello AMLO encomendó a la Secretaría de Hacienda (SHCP) la adquisición de todos los medicamentos e insumos médicos de todo el sector público de salud (Insabi, ISSSSTE, IMSS), mediante el sistema de compra consolidada, al año la SHCP fracasó en el encargo. Para corregir la T4 decidió contratar a la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) para que fuera la responsable de las compras de los medicamentos para el Gobierno mexicano mediante un alta comisión (aproximadamente 548 millones de pesos), sin embargo, también sucumbió, así lo reconoció el titular de Salud, Jorge Alcocer, y se autoelogió al presumir el 20 de julio del 2021 ante el Presidente, cuando le informó que en 37 días logró adquirir los medicamentos que la UNOPS no pudo conseguir en 10 meses, y mostró destreza y habilidad como comprador, dijo que la compra sectorial era de 38 mil 727 millones, y gracias a su gestión se logró adquirir con 31 mil 547 millones de pesos, y ahorrar 7 mil 180 millones de pesos, aunque ya habíamos tirado 548 millones de pesos en la UNOPS.
Para resolver la distribución de los medicamentos que en el pasado realizaban más de 100 proveedores con capacidad de cobertura nacional, que poseían almacenes (con cámaras frías) y transportes que cumplían con la norma sanitaria, el 30 de julio del 2020 el Presidente anunció que se crearía la empresa paraestatal Laboratorios de Biológicos y Reactivos (Birmex) para hacer llegar los medicamentos a las unidades médicas, y su titular sería David León Romero, en ese momento coordinador nacional de Protección Civil. AMLO nunca imaginó lo que venía, la difusión de videos donde se observa a León Romero entregando sobres de dinero a uno de los hermanos del Presidente, la decisión fue borrarlo de la escena pública. Luego Birmex reconocería que sería hasta el segundo semestre del 2022 cuando pudiera asumir la enorme tarea de la creación de logística para el reparto de los medicamentos.
Birmex, para responder al enorme reto que le endilgó el Presidente, se apoyó en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN) para crear el plan maestro del “Sistema Nacional de Distribución de Insumos Médicos”, para lo que plantea contar con cuatro centros de distribución en las zonas sur, sureste, centro y norte del país, las cuales serán construidas por la Secretaría de la Defensa Nacional. De acuerdo a expertos en el tema, la inversión será del orden de los 4 mil millones de pesos, que sumados a los 548 de las UNOPS, los presumidos “ahorros” ya se fueron al caño.
Pese a las declaraciones de “ya mero resolvemos el problema”, los pleitos con las farmacéuticas, las medidas fallidas y ahora el anuncio de la intervención del “ejército salvador”, el país navega en el desabasto, las promesas y el derroche de recursos en ocurrencias castristas o chavistas.
Lo peor, de acuerdo al profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM, Javier Calero Lomelín, se ve muy difícil que para el próximo año se logre comprar a tiempo los medicamentos, luego distribuirlos a las 25 mil unidades médicas de primer nivel, 1,500 de segundo nivel y alrededor de 500 institutos nacionales, porque el reto equivale a la distribución de 10 millones de piezas diarias.
Por eso, sustento que debemos esperar a que AMLO seleccione su nuevo nombre, aunque, no dudo, tendrá salida, un distractor o acusar al pasado (innegablemente su propio sexenio) de jugarle las contras al pueblo.
¿Qué nombre propones?