Vaya embrollo que vive en estos momentos la familia presidencial, pues Andrés Manuel López Obrador está en el ojo del huracán por las acciones de su primogénito.
Lo que ha hecho el júnior, y que ha sido cuestionado en varias ocasiones, va en contra de lo que su padre predica, la ‘austeridad republicana’, pues el hombre y su familia vivían, hasta antes de que el periodista Carlos Loret de Mola destapara el escándalo, en una residencia con lujos que ya quisieran muchos, incluso el Presidente, a decir por su eterno discurso de vivir casi con lo indispensable.
Entonces, se infiere, que en el caso de sus hijos no cabe el discurso, que provocó olas hace unos meses, sobre que la clase media es aspiracionista y que les guste o no, primero los pobres… concepto que no aplican sus hijos, o por lo menos uno de ellos.
Y ahora fue el hijo mayor, de quien aseguran está distanciado porque no está de acuerdo con su estilo de vida, pero familia al fin, quien salió a defender al Presidente de las ‘calumnias’ y usó el mismo discurso y el mismo ataque para quienes han revelado lo del hermano incómodo, lo de la prima incómoda o quién sabe qué más se vaya a destapar en los tres años que le restan de Gobierno.
Ahora bien, no es el único mandatario que se ha visto en el ojo del huracán por lo que hacen o dejan de hacer sus familiares, en especial sus esposas o sus hijos, pues cómo olvidar los escándalos que siempre ha vivido la política mexicana en este aspecto. Ahora le tocó a López Obrador, pero todos sus antecesores también han tenido cola que les pisen, excepto, si la memoria no nos falla, Miguel de la Madrid, pues incluso su hijo Enrique fue secretario de Turismo y su esposa, hoy ya finada, fue una mujer poco afecta a aparecer en público.
Pero recordemos los más representativos: José López Portillo calificó como “el orgullo de mi nepotismo” la designación de su hijo José Ramón como subsecretario de Programación y Presupuesto cuando el secretario era Miguel de la Madrid, favor que ya sabemos cómo se pagó, con el dedazo presidencial.
Durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari la nota discordante la dio el hermano, quien estuvo preso diez años acusado de orquestar el asesinato de su cuñado, José Francisco Ruiz Massieu; años más tarde el hijo de Carlos, Emiliano, fue ligado a una secta sexual, aunque de acusaciones no pasó.
Cuando Ernesto Zedillo Ponce de León fue mandatario, sus hijos Ernesto, Emiliano y Carlos provocaron un escándalo en un concierto de U2 de tal magnitud, que los artistas prometieron no volver al país mientras el padre estuviera en el poder, lo que cumplieron a cabalidad.
En el caso de Vicente Fox no fueron sus hijos, sino sus hijastros quienes dieron la nota, pues terminaron envueltos en el caso Oceanografía, un escándalo de corrupción que involucraba a la petrolera nacional.
Con Felipe Calderón las aguas estuvieron tranquilas, obvio, hablando de su familia porque en ese entonces sus hijos eran unos niños, pero con el paso de los años han seguido en el mismo tenor.
Pero y que llega al poder Enrique Peña Nieto y su entonces mujer, la actriz Angélica Rivera, la famosa ‘Gaviota’, y dio de qué hablar a más no poder, recordemos el escándalo de la ‘casa blanca’.
Y ahora Andrés Manuel, cuyo desenlace está en veremos.
Eso es lo malo, el poder embriaga y suele suceder que siempre, con honrosas excepciones, hay un poder detrás del trono y se desdibuja el objetivo de servir a los ciudadanos quienes en las urnas escogen a sus gobernantes, no a sus familias.